En cuestiones de moral, es decir, de como actuar bien, nos jugamos la felicidad. Por eso, no conviene acudir a la inspiración de aficionados ni a consejillos complacientes y comerciales. Hace tiempo que quería leer algo de este catedrático alemán (1927), primera figura en temas éticos.
En Etica: cuestiones fundamentales, Spaemann se pregunta a lo largo de 8 conferencias radiofónicas (1981) qué es lo que determina que una conducta sea buena, es decir, moral. ¿Hay un bien y un mal objetivos, qué papel juegan los demás, basta con que sólo el fin sea bueno? ¿debo hacer todo lo que me dice mi conciencia?
El filósofo alemán concluye que lo bueno es lo que tiene en cuenta la realidad, la naturaleza de las cosas. Todo su análisis es racional y lógico, nada apasionado y lleno de razones y argumentos. Va desgranado su pensamiento paso a paso con un rigor impecable. En algunos momentos, a mi me hubiera gustado un poco más de desarrollo, algo imposible seguramente dado el formato de conferencia radiofónica. Me ha parecido riguroso, convincente y atractivo en su propuesta. Me he quedado con ganas de más, aunque me dice un experto que sus otros libros son más duros de leer.
Un botón de muestra:
El obrar sigue al ser. Sin duda que existen diferencias de rango, incluso entre los hombres. Hay hombres que tienen más altura moral que otros; y no es que les estén permitidas más cosas que a los demás; más bien tienen más obligaciones porque pueden, ven y entienden más que los demás. En general no aparecen como mejores que los demás, sino que la discrepancia entre lo que ven y lo que hacen es tan grande que más bien les hace sufrir. Sencillamente, ellos tienen una conciencia delicada. Siempre se le objeta al cristianismo el haber inculcado a los hombres el sentimiento de culpa. Esto es tan verdadero como falso. La verdad es que el cristianismo ha acrecentado el sentido de los valores, nos ha hecho más perspicaces para la realidad, y con ello ha limitado naturalmente las posibilidades de hacer algo injusto, o de omitir, sin culpa, algo bueno. Donde hay más luz, se destacan también más claramente las sombras.
La verdad que siempre dice lo mismo este buen filósofo alemán Spaemann