He releído la introducción y el segundo capítulo de Si una mañana de verano un niño. En este librito el crítico italiano Roberto Cotroneo quiere explicar a su hijo el valor de la literatura. Para eso le comenta cuatro libros (La isla del tesoro, El guardián entre en centeno, La tierra baldía y El malogrado).
He renovado la primera impresión que me produjo este libro hace años: una fuerte pasión por los libros y poca claridad en la transmisión de ideas. No veo en esos libros (el cuarto no lo he leído) las mismas cosas que Cotroneo, aunque quizás de eso trata la lectura.
Hay cosas interesantes: no sacralizar la literatura, que la admiración sea el final, no el principio, escalar un paisaje y no fotografiarlo; no tener miedo a los libros, ni siquiera a los más difíciles; cultura como diálogo de nombres, autores, títulos y siglos dentro de la cabeza; no es verdad que la vida sea más compleja que la literatura, etc.
Bernhardt es un autor muy difícil, el poema de T.S Eliot es un galimatías inaguantable y el libro de Stevenson no pasa de una buena novela juvenil de aventuras. Así que sólo me he releído el capítulo de Salinger, un libro que aprecio mucho.
Este libro de Cotroneo no está en mi lista de libros imprescindibles sobre libros.