Es el típico libro que me atrae mucho de entrada, estilo diario, breve, divertido, íntimo e inteligente. Luego me hago con él y no es tan así. El autor recoge mil momentos aparentemente sin importancia pero que a él le producen algún tipo de satisfacción. Algunas situaciones son simpáticas, reconocibles o, al menos, bien contadas. Otras son más barrocas o complejas, e intervienen aspectos más profundos de la persona que las colocan fuera del contexto general del libro, que parece haber sido un bombazo en Italia.
El sentirnos concernidos y, como consecuencia, la alegría del reconocimiento, es lo más atractivo en algunas fases del libro. Piccolo cataloga lo cotidiano, algo lleno de tics, costumbres y/o manías de las que no podemos liberarnos.
Es breve. Leí de una sentada la primera mitad, lo interrumpí y , al cabo de unos días ya no fui capaz de centrarme con la segunda, que terminé por derribo.
Para que se hagan una idea, un ejemplo de esos «Momentos»:
Cuando ves que un amigo ha recuperado en poco tiempo los kilos que perdió tras una dieta severísima que estuviste tentado de seguir.