Se han publicado varias recopilaciones de las numerosísimas cartas de Chandler. Esta edición española traduce íntegra una norteamericana del 2000 y le añade al final varios ensayos del célebre creador de Marlowe.
Chandler era un tipo poco sociable, desarraigado, con más de cien domicilios distintos en el curso de su vida. Sin amistades, sin familia. Sólo 17 personas asistieron a su funeral en 1959.
Escribía cartas durante la noche, dictadas a una grabadora, y su secretaria las transcribía por la mañana. Muchas empiezan con una cuestión concreta (a un agente, a un editor, a otro escritor, a un admirador, etc) y después se extienden en soliloquios sobre cualquier cosa en la que el autor estuviera pensando en ese momento. Están llenas de observaciones interesantes sobre la novela (la policiaca y “la seria”), sobre Hollywood, sobre las diferencias entre EEUU e Inglaterra, sobre la vida en general.
Chandler exhibe inteligencia y preparación. Es un gruñón que hace muy buenos análisis. El formato le permite una sinceridad grande a la hora de despacharse a gusto sobre todo (judíos, católicos, homosexuales, publicistas y la mayoría de directores de cine y otros escritores). También sabe alabar lo que le gusta, y explicar por qué. Creo que los adjetivos de cáustico, mordaz y desdeñoso se quedan cortos, pero le perdonamos. Como él mismo dice (y de ahí el título del volumen) suele ser mejor quedarnos con los libros de un autor y no conocerlos en persona.
Ni son todas sus cartas ni están completas las que aparecen, pero esta selección es una buena oportunidad de conocer bajo otro prisma a este importante escritor de novela negra.