Bastante buena esta novela de Indridason. Aparecen en una colina unos huesos humanos que pueden llevar ahí cuarenta años. A Erlendur el tiempo no le importa y hay que saber qué pasó cueste lo que cueste. Paralelamente vamos sabiendo cosas de una familia que vivió cerca hace aproximadamente ese tiempo y del dueño que les alquiló la casa. El presente recorre la investigación y los problemas familiares de Erlendur, de los que llegamos a conocer sus orígenes. Todos estos frentes están bien dosificados y entrelazados con suma habilidad.
La historia es de una violencia silenciosa pero brutal, y no solo física o, mejor, sobre todo no física. Un libro sobre el miedo. Tiene el efecto de sobrecogernos porque es tremendamente plástico y realista. Sus personajes están llenos de vida, aunque se trate de una vida que prefieres ver lejos de ti. En esta cuarta novela del ciclo (segunda de las traducidas en España) sabemos por fin además qué pasó con el matrimonio de Erlendur (y qué hay tras la relación que tiene con sus hijos) y qué ocurrió con su hermano cuando eran niños.
Erlendur es un personaje estrafalario, un policía de espesas cejas que siempre parece tener la mente en otro sitio, vestido de modo desastrado, un sabelotodo que anda buscándose extrañamente a sí mismo y que llena su existencia volcándose en el trabajo.
Probablemente uno de los dos o tres mejores autores actuales de novela negra. Y quiero decir absolutamente, no sólo entre los nórdicos.