La mano del muerto

Una especie de continuación del inmortal Conde de Montecristo. ¿Es de Dumas realmente? Hay serias dudas de la autoría. Se habla incluso de un portugués (Alfredo Hogan). El que la prestó en su día me dijo que nada que ver con el Montecristo. Total, la empecé con pocas ganas. Luego no está tan mal. Montecristo acaba de pena perseguido por la furia de Benedetto (hijo de Villefort y de la mujer de Danglars). En conjunto merece poco la pena.

El Club Dumas


Punto de Lectura está publicando la obra completa de Arturo Pérez-Reverte.

Si no lo han leído les recomiendo El Club Dumas. Pérez-Reverte no es un vulgar escritor de best-seller como se empeñan algunos críticos. Piensa en el lector, es concienzudo, viene de una tradición de escritores narradores de historias. Así explicaba este libro en una reciente entrevista que le hacía Juan Cruz:

P. Su libro más propio, por decirlo así, es El Club Dumas. ¿Cómo lo hizo?

R. Es uno de mis libros favoritos. En él cuaja toda mi vida como lector. Leo desde los seis años. Y crecí con libros toda mi vida. En casa tengo 20.000 libros en este momento. Un día estaba releyendo a Alejandro Dumas y de pronto vi la trama. El Club Dumas surge en un momento en que en España había que escribir como William Faulkner, y todo lo que era contar historias estaba mal visto. Entonces el libro surge como un desafío, en un tiempo en que no se hablaba de clubes ni de nada de esto; fui un pionero. Fue una apuesta, y es el libro más agresivo que he hecho en plan desafío a lo que se estilaba en ese momento. Una declaración de principios. Estaba más solo que la una. Es un libro con una estructura complejísima, con guiños a la literatura del siglo XIX, de donde saqué las herramientas. Es la novela de la que más he disfrutado. Pero sobre todo fue una patada en los cojones a los que tenían secuestrada la literatura en ese momento.

P. Estaba claro Dumas, ahí detrás. ¿Qué otras sombras visibles hay en el trasfondo de su obra?
R. Para mí las sombras siguen siendo las mismas, con una dosis de mi propia sombra. Cada semana sigo leyendo al azar a Virgilio, a Homero, a Chateaubriand, a Conrad. Leo páginas, leo registros…, para mí son sagrados. No los leo para deleitarme. Los leo como uno que va al gimnasio y hace flexiones. Es mi gimnasia, mi afinador de herramientas.

Edmond Dantés

Termino mi tercera lectura del Conde de Montecristo, la primera vez que lo hago en francés. Creo, no lo he comprobado, que las ediciones españolas no son íntegras, por los detalles que me suenan a nuevos. En cualquier caso, la historia me ha vuelto a encandilar. Es uno de los libros que más he recomendado en mi vida, sin dejar de recordar nunca que el fondo del asunto -una venganza- es dañino. Edmond Dantés tiene razones pero no tiene razón.

Me ha vuelto a mosquear la desproporción entre lo que se le viene encima a Villefort (por no decir a Fernand) y lo poco que sufre Danglars, el «enemigo» que más odioso me resulta.

Para mi este libro es una referencia (como El Señor de los Anillos, y alguno más) que no olvido cuando me preguntan cuanto me gusta cualquier otro libro. Son mi metro de medida.