Los girasoles ciegos

De los cuatro relatos que componen Los girasoles ciegos (Alberto Méndez, 2004), se ha elegido para la película el más desagradable y tendencioso de ellos. Son las cosas de los extraños matrimonios cine-literatura. No he visto la película ni creo que la vea, por lo que sé de ella. Ahora bien, el libro es destacable en su conjunto.

Alberto Méndez nació en Madrid en 1941 y falleció a finales del 2004. Fue niño de posguerra, militante comunista, traductor y agente activo del mundo editorial. Este es su único libro de ficción publicado y ganó con él en 2005, póstumamente, nada menos que los prestigiosos premios de la Crítica (en abril) y el Nacional de Narrativa (en octubre). Se trata de cuatro relatos independientes pero con una unidad de sentido por estar basados en unos mismos hechos (la derrota) y un mismo ambiente (la guerra civil española).

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El relato según O’Connor

Un cuento es una acción dramática completa, y en los buenos cuentos los personajes se muestran por medio de la acción, y la acción es controlada por medio de los personajes. Y como consecuencia de toda la experiencia presentada al lector se deriva el significado de la historia. Por mi parte prefiero decir que un cuento es un acontecimiento dramático que implica a una persona que comparte con nosotros una condición humana general y que se halla en una situación muy específica. Un cuento compromete, de un modo dramático, el misterio de la personalidad humana.

Para el escritor de ficciones, en el ojo se encuentra la vara con que ha de medirse cada cosa; y el ojo es un órgano que además de abarcar cuanto se puede ver del mundo, compromete con frecuencia nuestra personalidad entera. Involucra, por ejemplo, nuestra facultad de juzgar. Juzgar es un acto que tiene su origen en el acto de ver. En la escritura de ficción, salvo en muy contadas ocasiones, el trabajo no consiste en decir cosas, sino en mostrarlas.

Un buen cuento no puede ser reducido, sólo puede ser expandido. Un cuento es bueno cuando ustedes pueden seguir viendo más y más cosas en él, y cuando, pese a todo, sigue escapándose de uno.

Flannery O’Connor (1925-1964)
[fuente: LibrosEnRed]

200 años de Poe

Me encantan las ediciones de obras completas, me encantan los relatos, me encanta la literatura del S . XIX, me encanta la literatura norteamericana, me encantan las biografías de escritores. Bicentenario de Poe, se dan todos los ingredientes y allá que voy. En un estado de amnesia total respecto a mis lecturas universitarias, me compro, de Edhasa, el tomo de Cuentos completos y la biografía de Ackroyd.

Y me encuentro con que la vida de Poe es un desastre completo y que me aburren la mayoría de los relatos (salvo los de Dupin y alguno más). La cosa terrorífico-necrofílica-sobrenatural no me dice nada y el estilo se hace algo pesado. La mayoría de sus personajes son histriones en estado máximo de agitación. Si nos topáramos con ellos llamaríamos al manicomio o a la policía, o a los dos.

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