Hablemos de langostas

David Foster-Wallace es el contemporáneo del que más he pensado que se trataba de un genio. Me encantó, creo que ya lo he comentado, su conjunto de relatos periodísticos Algo supuestamente divertido que no volveremos a hacer, menos sus libros de relatos y no he leído su macronovela La burla infinita. Lástima que se suicidó joven, hace pocos años.

Me parece un tipo muy inteligente, divertido, excelente escritor y de originalísimo punto de vista. Hablemos de langostas es otra recopilación de reportajes hechos para revistas. Reportajes largos, escritos por completo a su aire, inclasificables y muy diferentes unos de otros en extensión y tratamiento.

El primero se lo pueden saltar, salvo especial interés en la industria del porno americana que celebra una convención. El del diccionario de inglés modernos es excesivamente técnico para mi gusto aunque vale la pena. El de la campaña de McCain un poco largo pero muy revelador del modo de ser americano y en particular del de sus políticos. Todos es general están muy bien: Dostoievski, Updike, programas radiofónicos, el 12.S, la feria de langostas. La idea es que se planta en un sitio y cuanta lo que ve, con desparpajo, sentido común, humor, profundidad y una fina inteligencia.

Si sólo van a leer algo de él, elijan el primero del que hablo. Si siguen, éste en segundo lugar.

Connelly

La última novela de Connelly me ha parecido más flojita de lo habitual en él. Se trata básicamente de un juicio, Mickey Haller de nuevo. Bosh aparece también pero en una proporción 20/80 a favor de Haller.

Los libros de juicios son todos un poco iguales. Connelly lo hace bien, como siempre, todo muy creible y con las necesarias sorpresas, giros y contragiros, incluso mete un clímax culebrístico final (de «culebrón»). De fondo, la misma idea de la anterior y primera y mucho mejor novela con Haller: el cinismo de la profesión de abogado, el escaso papel que juega la verdad en el proceso judicial. Todos mienten.

El veredicto será una estación de paso obligada entre los seguidores de Connelly, pero no de las más recordadas.

Pelecanos

Estupenda esta novela de Pelecanos, me reafirmo es que es de los americanos vivos de novela negra que más me gusta. Todo lo que ocurre, lo que se dice, lo que se piensa, es tan real y vivo que parece periodismo. Pero no lo es. Pelecanos se mueve como pez en el agua en el mundillo de la delincuencia en Washington D. C. El bisnes. En esa ciudad parece muy importante el color de la piel de las personas, y esto es un tema recurrente en Pelecanos. También está la cuestión de la libertad, y el escritor opta acertadamente por mostrar personajes que eligen, por encima de las circunstancias en las que están metidos.

El jardinero nocturno es un asesino reincidente que lleva años sin actuar. Un nuevo cadáver (negro) hace pensar en él y se ponen a ello dos ex-polis (blancos), para los que ser policía no es un trabajo sino una vocación, y un detective en servicio (blanco, pero casado con una mujer negra). Además están las tramas de dos aspirantes a delincuentes y la de un chulo y su chica que se cargan a un árabe.

Hay un poco de luz en todo este panorama: el valor de la familia, el sentido del trabajo y, como decíamos, la posibilidad de elegir. Pelecanos no se ceba con la violencia ni con el lenguaje, y los pasajes con contenido sexual son pocos y breves pero explícitos.