Magia y poesía

Si aceptamos lo que Stevenson dice, tenemos una teoría de la poesía: una teoría de cómo la literatura transforma las palabras para que sean útiles más allá de su finalidad y uso. Las palabras, dice Stevenson, están destinadas al común comercio de la vida cotidiana, y el poeta las convierte en algo mágico.

(…) Por lo tanto, al hablar de poesía, podríamos decir que la poesía no hace lo que Stevenson pensaba: la poesía no pretende cambiar por magia un puñado de monedas lógicas. Más bien devuelve el lenguaje a su fuente originaria.

Borges. Arte poética, seis conferencias (1968)

La técnica en la escritura

E.: ¿Qué técnica utiliza para alcanzar su estándar?
W. F.: Deje que el escritor se dedique a la cirugía o a la albañilería si lo que le interesa es la técnica. No existe una manera mecánica de escribir, no hay atajos. El escritor joven sería un estúpido si siguiera una teoría. Enséñate a ti mismo por tus propios errores: la gente sólo aprende a partir de los errores. El buen artista cree que nadie es lo bastante bueno para darle consejos. Posee una vanidad suprema. Por mucho que admire al viejo escritor, quiere superarlo.
……….
E.: Entonces ¿niega la validez de la técnica?
W. F.: De ninguna manera. A veces la técnica se ocupa del sueño antes de que el propio escritor pueda encargarse de él. Ese es el tour de forcé y la obra acabada consiste simplemente en colocar bien apilados los ladrillos, dado que el escritor debe conocer todas y cada una de las palabras hasta al final antes de escribir la primera.(…) Pero cuando la técnica no interviene, la escritura también resulta más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se alzan y se encargan de las cosas y terminan el trabajo, digamos que en algún punto en torno a la página 275. Claro que no sé qué ocurriría si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad para juzgar su trabajo, además de la sinceridad y la valentía de no engañarse sobre él. Dado que ninguna de mis obras ha cumplido con mis propios estándares, tengo que juzgarlas basándome en la que me causó más dolor y angustia, al igual que la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se hizo cura.

Entrevista a William Faulkner en Paris Review, 1956.

La dificultad del arte

Recuerdo que un día, después de haber oído una referencia de un astrónomo eminente acerca del análisis espectral de las estrellas de la vía láctea, pregunté a dicho astrónomo si consentiría en dar una conferencia acerca del movimiento de la Tierra, pues entre sus oyentes había muchos que ignoraban la causa del día y de la noche y de las distintas estaciones del año. «Sí», me respondió, «es un bello tema, pero muy difícil. Me es mucho más fácil hablar del análisis espectral de la vía láctea».

Lo mismo sucede en arte. Escribir un poema sobre un asunto del tiempo de Cleopatra, pintar a Nerón incendiando a Roma, componer una sinfonía a manera de Brahms o de Ricardo Strauss o una opera como las de Wagner es mucho más fácil que contar un cuento que no tenga nada de maravilloso y hacer que la persona lo sienta; o dibujar con lápiz una figura que conmueva o alegre al espectador, o escribir cuatro compases de una melodía sin acompañamiento, pero que traduzca determinado estado de alma.

Tolstoi