¿No leer por dinero?

A saber: no hay precio que pueda impedir a nadie comprar libros, siempre que esté a su alcance lo que por ellos le piden, salvo para salir al paso de la malicia del vendedor, o porque se espere una ocasión más propicia para comprarlos. Pues si lo peculiar del libro le viene sólo de la sabiduría, que es un tesoro infinito para el hombre, y si el valor de los libros es tan inefable como queda dicho, ¿cómo puede considerarse cara una compra que proporciona un bien infinito?

Ricardo de Bury (1287-1345)

Obispo de Durham y Canciller de Inglaterra
Filobiblion (1344)
Muy hermoso tratado sobre el AMOR A LOS LIBROS

¿Ocio sin letras?

Los libros nos deleitan cuando la prosperidad nos sonríe con abundancia; nos consuelan personalmente cuando nos amenaza la adversa fortuna; dan fuerza a los pactos humanos, y sin ellos no habría pensamientos profundos.¡Qué más! Sin duda, como enseña Séneca en su octogésima cuarta epístola, la que empieza: He dejado ya de preocuparme por ti. . ., decimos que el ocio sin letras es la muerte y sepultura del hombre vivo.

Ricardo de Bury (1287-1345)
Obispo de Durham y Canciller de Inglaterra
Filobiblion (1344)
Muy hermoso tratado sobre el AMOR A LOS LIBROS