Vargas. Fluye el Sena


Este librito insignificante se lo podían haber ahorrado. Son tres relatos aparecidos antes en periódicos, endebles individualmente y en conjunto. No justifican un volumen. Son como las pequeñas historietas que adornan las tramas principales de las novelas de Adamsberg, pero que fuera de esa arquitectura saben a poco.

Típico ejemplo, en mi opinión, de una mala decisión editorial: ni aporta prestigio al autor ni fondos a las arcas del editor.

Baldacci. Camel Club 4

Baldacci está publicando dos libros por año desde 2007. Acabo de leer la cuarta entrega de la serie del Club Camel, un grupo de amigos de apariencia inocente pero altamente cualificados y motivados. Hay ex-militares (ex-asesinos al servicio del gobierno), bibliotecarios y hasta una estafadora profesional. Les ayuda una agente de Servicio secreto y tienen amigos en el FBI. Un cóctel explosivo unido por una fuerte amistad y lealtad.

John Carr (alias Oliver Stone) acaba de asesinar a dos peces gordos y, en su huída, cae en un pueblecillo perdido donde se topa con un alcaide de prisión corrupto y sanguinario y una red de narcotraficantes. Macklin, un ex-militar de inteligencia busca por su cuenta a Carr porque éste es poseedor de secretos que podrían perjudicar la carrera de Macklin.

Stone es un buen personaje, con una fuerte personalidad. Rambo a su lado es una viejecita inofensiva.

El libro es entretenido, pero no especialmente bueno. No sé si es que este hombre está escribiendo demasiado y se ha vuelto descuidado.

Vean dos ejemplos:

Porque a veces lo que parecía bien sobre el papel se iba al garete sobre el terreno. Cuando eso ocurría, los que sólo eran competentes fracasaban nueve de cada diez veces. Los buenos reducían la proporción al cincuenta por ciento. Los muy buenos improvisaban e incrementaban el porcentaje de éxito en veinte puntos.
Y luego estaba John Carr.
………..
Y Gray, hay que ver lo que te hizo. Lo que casi me hizo a mí… Es… es demasiado espeluznante, John. Pocas veces me faltan las palabras, pero es que no sé qué decir.

Y las frases finales de algunos capítulos dan un poco de risa, y no porque sean de humor.

Lectura insuficientemente feliz

Es el típico libro que me atrae mucho de entrada, estilo diario, breve, divertido, íntimo e inteligente. Luego me hago con él y no es tan así. El autor recoge mil momentos aparentemente sin importancia pero que a él le producen algún tipo de satisfacción. Algunas situaciones son simpáticas, reconocibles o, al menos, bien contadas. Otras son más barrocas o complejas, e intervienen aspectos más profundos de la persona que las colocan fuera del contexto general del libro, que parece haber sido un bombazo en Italia.

El sentirnos concernidos y, como consecuencia, la alegría del reconocimiento, es lo más atractivo en algunas fases del libro. Piccolo cataloga lo cotidiano, algo lleno de tics, costumbres y/o manías de las que no podemos liberarnos.

Es breve. Leí de una sentada la primera mitad, lo interrumpí y , al cabo de unos días ya no fui capaz de centrarme con la segunda, que terminé por derribo.

Para que se hagan una idea, un ejemplo de esos «Momentos»:

Cuando ves que un amigo ha recuperado en poco tiempo los kilos que perdió tras una dieta severísima que estuviste tentado de seguir.