Flannery y su gancho a la mandíbula

Leo un buen post sobre Flannery O’Connor.

Leí hace años la colección de relatos Un hombre bueno es difícil de encontrar. Me impactó su crudeza. Compré la edición de Lumen de hace un par de años de Cuentos completos. Releí otra vez los mismos relatos y no he vuelto a retomarlo. Perdí de vista el libro una vez, luego otra, y acabo de encargarlo por tercera vez. De esta, la vencida.

Tres rosas amarillas

Tres rosas amarillas. Espacio desde hace meses el último Carver que me queda. Irrumpe en una situación corriente, plantea una tensión, tan real, bien contada y dialogada que no parece en nada literatura, estás ahí, entras con una cámara en la vida real, vives y sientes un rato con los personajes y fin. Fin de esa secuencia, no de la vida ni de los personajes. Es una estampa. Creo que debe ser muy difícil escribir así. Por eso es grande. (Releo el párrafo y no encuentro ninguna idea interesante que explique a Carver).

Vinieron como golondrinas

Tenía buenas recomendaciones y me ha defraudado un poco Vinieron como golondrinas, de William Maxwell, editor-escritor norteamericano fallecido.

Una novela breve sobre padres e hijos, sobre la madre sobre todo. Tres capítulos, tres puntos de vista, el del hermano menor, el del mayor y el del padre. En el centro Bess, la madre. Dolor y separación sin consideraciones lacrimógnas. Estética realista muy norteamericana pero lejos de la fuerza de los grandes. Prosa transparente, detallosa, sin llamar la tención sobre sí misma. Ficción minimalista y doméstica, muy en la tradición USA.

En fin, que no está mal, pero tampoco es para leer a toda costa.

En esta línea de padres muertos, relación entre hermanos, etc, lean mejor A orillas del lago, de Mary Lawson. Uno más de la cadena de aciertos casi continuos que tiene Salamandra. Esta sí es una buena historia.