Me ha gustado Los crímenes de Oxford. No tiene grandes momentos, es una novela tranquila, pero se lee con agrado, no desfallece, mantiene un tono medio constante. Todo pasa en Oxford, como podían sospechar, pero no es una novela de campus. Una nieta al borde del ataque de nervios y dos padres dispuestos a hacer lo que sea por sus hijas.
Como telón de fondo ambiental, las matemáticas. Series lógicas, paradoja de Wittgenstein, teorema de Gödel y cosas así. Lo verdadero no siempre coincide con lo demostrable, una serie lógica se puede completar con la continuación evidente…o con otras. Todo bien digerible para el lector no especializado, aunque al borde de lo admisible en una novela de intriga. Hay salpicadas otras subhistorias de magia, espiritismo y crímenes.
La verdad llega al final, como todo en la novela , de modo tranquilo y sin estridencias. Sólo resulta forzada, un poco, la aventura sentimental del observador-narrador de la historia.
Como saben, acaban de adaptarla al cine en España, con “Frodo” como protagonista.
Por cierto, el escritor es doctor en matemáticas.