Desde hace años me rondaban la cabeza Pynchon y Delillo. Como saben, la literatura USA es la que más sigo. Estos escritores en concreto, ya talluditos, tienen un prestigio especial entre sus colegas. Son duros y difíciles de leer y de entender. Son otra cosa. Se les califica como posmodernos.
En estas oigo hablar de David Foster Wallace, una promesa que sitúan en esa misma esfera. No muy seguro de que me fueran a gustar los primeros, o de poder con ellos, es lo mismo, me lancé a por DFW y leí Algo supuestamente divertido que nunca volveremos a hacer.
Fue para mi la experiencia literaria más cercana a una revelación que he tenido. Al menos que recuerde ahora. ¡Por fin me encuentro con un genio vivo! pensé. No sólo un escritor bueno o de talento. Una prosa visual y exuberante, llena de juegos, insolencia, sorpresas, frescura, diversión ¡Si era capaz de hacer eso con reportajes periodísticos y ensayos, qué no haría cuando su imaginación estuviera libre por completo de la realidad y el discurso lógico!
Por desgracia, las colecciones de relatos que leí después no me gustaron (La niña del pelo raro, 1989 y Entrevistas breves con hombres repulsivos, 1999). Eran piezas técnicamente buenas, aunque no tan brillantes como los reportajes, pero era lo de siempre, vidas vulgares cogidas por lo peor y, para colmo, algo confusas. No he leído la novela monumental que escribió (La broma infinita, 1996), en parte por miedo a perder del todo el buen sabor de nuestro primer contacto.
Naturalmente he sentido su muerte, que acabo de saber. Adiós DFW. Tenía 46 años y ha sido encontrado muerto (¿suicidio?) en su casa de California.
PD: sigo sin leer a Pynchon y lo que he leído de Delillo se me ha atragantado.
El título que recomiendo no defrauda.
Una vez más coincidimos. Yo también tengo pendiente a Pynchon y lo que leí de Delillo me pareció tan intencionadamente » trascendente» que no me gusto. De Foster Wallace no he leído nada, pero me da pereza.
Ahora estoy con Bellows…