Roth publicó esta Autobiografía de un novelista hace veinte años y en ella nos cuenta cinco episodios de su biografía, desde su etapa de formación a sus primeros éxitos, que completará dos años después con el relato de muerte de su padre (Patrimonio, 1991). En realidad, aporta pocas cosas nuevas a los lectores de sus novelas. «Como su padre», Roth siempre habla de tres temas: la familia, Newark (New Yersey) y lo judío. Primero la infancia y la familia, un refugio único, indivisible e inviolable contra toda forma de amenaza; el béisbol como gran iglesia laica, sus esfuerzos de norteamericanización y su progresiva conciencia de que no es necesaria ninguna asimilación. Luego la adolescencia y la preparación para la universidad, separarse de los constreñimientos de una educación severa, la búsqueda de independencia y de afirmación sexual, lo que él denomina «hacerse un hombre». Pronto destaca por su inteligencia, se autoafirma en sus ideales democráticos y principios liberales y se hace notar en las confraternidades universitarias.
Después vino el episodio central del libro: su gran error en la elección de compañera matrimonial y Némesis, propiciado por su ingenuidad y su obsesión por separase de la New Yersey judía. El calificativo más suave que dedica a este periodo es «infernal» y no se escatiman insultos. Deja de lado todo decoro y se muestra innecesariamente despiadado al hablar de su mujer, a la vez que reconoce sin ambages su falta de carácter. Llega a llamar a la chica de sus sueños «el peor enemigo que he tenido». Después de leer esto se ve de donde viene la proverbial misoginia de sus novelas. A la vez, no deja de sorprender su ceguera para ver sus propias limitaciones. Primeros pasos literarios en pos de una narrativa moderna seria, inicios anquilosados en los moldes de sus maestros y enseguida primeras obras verdaderamente personales. Y pronto el escándalo en la comunidad judía, polémica que marcará toda su obra posterior. El consideró algo muy judío la sátira de lo propio y la comedia hiperbólica. Los de su grupo no supieron verlo así y la egolatría de Roth tomará buena nota.
El libro se plantea como un manuscrito enviado a Zuckerman, protagonista en la ficción de muchos libros de Roth. En una carta final, de Zuckerman a Roth, el escritor se autoadvierte de los peligros de la autojustificación y de la dificultad de la sinceridad, de la tentación de provocar que te quieran, y siembra de minas todo el terreno construido desde la primera página. Reconoce que es muy judío sentirse impulsado a explicar lo que nadie te pide que expliques. Los hechos es un libro interesante sobre todo para seguidores del autor, muy bien escrito como todo lo suyo, mucho más suave y benévolo que sus novelas (digamos que es menos duro con los demás que en sus ficciones), aunque con la misma claridad mental y fuerza en la expresión. Son páginas iluminadoras sobre un escritor importante con graves carencias en su concepción de la persona.
Sin dejar de admirarle como escritor, este libro me ha hecho un poco antipático a Roth como persona. Cuando acabé mi reseña leí la que había escrito de Prada en ABCD (la he dejado enlazada por ahí, unas entradas antes) y me alegré en coincidir con él.
Así es, la vanidad proverial de los escritores no tiene límite. Aunque no son los únicos. Comentaré en breve Lecturas de mí mismo, que acabo de terminar.
A mi Roth me encanta. Es verdad que siempre es el mismo libro, siempre son los mismos temas y los mismos problemas, pero me gusta.
Acabo de terminar este, y coincido contigo en que es impresionante el capítulo de su erróneo matrimonio, sin ahorrar insultos..aunque creo que le ha faltado un poco de «mea culpa» como bien le advierte Zuckerman. De todos modos si uno escribe sobre su vida creo que tiene derecho a dar su visión de la historia y a ser benévolo con uno mismo.
No hay de qué. Roth es uan epecie de manía personal que tengo, y de la que no siempre estoy contento.
un post muy interesante muchas gracias por publicarlo, un gran abrazo!