No aprecio especialmente los libros de DeLillo. Puede resultar interesante para algunos (pocos, porque es difícil) pero a mi no me gustan ni sus historias ni el modo de contarlas. Fui a él porque supe que Philip Roth o Auster han dicho que lo leen y mi admirada Carmen Martín Gaite lo adoraba. Le encasillan lo críticos como postmoderno, al lado de Pynchon (que no he leído porque temo que no me va a gustar).
Aquí tienen algunas ideas sobre uno de sus últimos libros, que leí hace un par de años.
Este aclamado escritor es imprevisible y sorprendente. Trasciende con libertad el esqueleto básico de toda narración (planteamiento, nudo y desenlace) y retuerce las posibilidades literarias de situaciones y personajes: juega con ellos, los desarrolla o los abandona según sirvan o dejen de hacerlo a la idea que persigue con sus novelas. Esta suele ser mostrar la extrañeza del ser humano, las contradicciones de una civilización desnortada y a menudo vacía. Su escritura ambiciosa y arriesgada coloca sus novelas en un lugar a un paso equidistante entre la genialidad (Submundo) y el mamarracho (Cosmópolis).
Ruido de fondo (1984), ganadora del National Book Award en 1985, es algo más equilibrada pero igualmente chocante. Se trata de una reflexión tragicómica sobre el miedo a la muerte, analizado a través de unos personajes en los que éste se ha convertido en una obsesión. Jack Gladney es un profesor universitario (¡experto en Hitler!) que disfruta de un apacible bienestar material y familiar. Vive con Babette, su cuarta esposa, y con cuatro de los hijos que han cosechado ambos en anteriores matrimonios. Sólo un fantasma enturbia el bálsamo de autocomplacencia que rodea sus vidas, saber que todo va a terminar, no saber cuando, no poder hacer nada al respecto.
Jack se ve expuesto a un escape tóxico en la atmósfera y a continuación descubre que Babette toma un fármaco para inhibir cerebralmente su miedo a la muerte. Ambos hechos disparan su aprensión y conducen la novela a su desconcertante desenlace.
La mejor lectura de DeLillo es olvidarse de sus historias y disfrutar de su ingenio. Sus textos están llenos de personajes interesantes, de diálogos llenos de sentido y de reflexiones inteligentes, afiladas, divertidas, originales, brillantes. Sorprende en cada página: una inaudita visión metafísica de la meteorología, la relación con sus madres de Hitler y Elvis, el pasaje antológico de una orgía consumista en un centro comercial, la historia de Dylar, el medicamento mencionado, un joven que se entrena para un récord Guinness relacionado con serpientes, las conversaciones de Jack con Babette, con sus hijos (en grupo o separados), o con otros profesores de universidad, la crítica constante a la vaciedad del materialismo y a la TV, etc. Hay un tono costumbrista muy pegado al terreno (marcas comerciales, anuncios de radio y TV) pero siempre en clave paródica, un realismo compensado por hipérboles fantasiosas.
DeLillo puede ser un juguetón prestidigitador de palabras o un escritor moral, o las dos cosas. Desde luego, no es posible aburrirse con sus libros ni puede negarse su original coherencia interna. Sus novelas, eso sí, son cualquier cosa menos un libro convencional.
jajaja… se me han quitado las ganas… Gracias, de todas formas.
Dan Simmons
Sus géneros: Acción, intriga / ciencia-ficción / terror.
Sus objetivos:la mera evasión con márgenes muy reducidos de exigencia artística.
Vampiros, horror, violencia y sexo.
Técnica narrativa muy rudimentaria, carente de originalidad, limitada calidad literaria, estilo muy pobre, poca habilidad técnica y escasos recursos imaginativos.
Vamos, que ni a mi peor enemigo.
TML: es lo que me temía, una rama desgajada del árbol que se seca…
Javi: ¿Conoces la novela «El Terror» de Dan Simmons? Me la han recomendado y no sé… me fío más de tu opinión.
Otra cosa… tienes paradísimo TML… a mi me gustaba…
Francamente, espero que no «me toque» leer más libros suyos.
A mi Delillo no me gusta y me aburre. Tanto preciosismo me cansa.
Pynchon también lo tengo pendiente.