Los libros que buscan sobre todo entretener y gustar a un gran público basan su estrategia en tres puntos: estilo sencillo sin grandes pretensiones literarias, una buena historia de arquitectura compleja pero comprensible y provocar emociones inmediatas y básicas (tensión, suspense o compasión). Dicho de otro modo, castellano correcto y sencillo, buen argumento y ritmo. Reyes Calderón, vallisoletana, madre de nueve hijos, doctora en Economía y Filosofía, ha ido aprendiendo este oficio a lo largo de cinco novelas y hace aceptablemente bien esas tres cosas. Además, desde su tercera novela, Las lágrimas de Hemingway, está intentando crear un personaje, enriqueciéndolo de una novela a otra. La anterior, Los crímenes del número primo, de la que vendió 35.000 ejemplares, estaba lastrada por pretensiones de estilo, defecto que ahora ha corregido en parte. Por otro lado, se ha centrado esta vez en un argumento más convencional y menos barroco, y la historia ha ganado en fluidez.
La jueza Dolores McHor se enfrenta a un caso de corrupción y estafa económica con algunos cadáveres de por medio. Se ven envueltos políticos y empresarios españoles y un dirigente del Banco Mundial. Otros elementos, como los flecos de un caso anterior, la intervención de un policía de la Interpol y las apariciones frecuentes de familia de McHor, sirven para mostrar los matices de la personalidad de la jueza. Se reflexiona sobre la justicia, el poder, las relaciones entre ambos, la cooperación internacional, el paso en la vida a la madurez adulta, la defensa de la familia y el papel de la mujer en la vida laboral. Dolores McHor es una buena profesional, dura y orgullosa, íntegra y leal, práctica y con sentido común y a la vez sensible y femenina. Queda claro que está donde está por sus propios méritos, no por ser mujer. Es un buen exponente de conciliación entre vida familiar y profesional.
Ocurren cosas desagradables (abusos, chantajes, suicidios, asesinatos, adulterios, etc) pero están narradas con sensibilidad. La novela, que en ningún momento termina de mantenernos en vilo, atraviesa algunos baches que ponen a prueba el interés del lector, pero se recupera hasta conducirnos a un final con poca sorpresa pero aceptable.
En fin, que no está del todo mal, pero que yo leería muchos libros antes que este.
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La verdad es que este último libro no lo he leído, ya que estoy de acuerdo contigo en que "Los crímenes del número primo", estaba lastrada por pretensiones de estilo y se me hizo algo pesada.
Por otro lado , en las descripciones de Pamplona, desde mi punto de vista, se desprendía un "tufillo" anti vasquista…..
En fin, habiendo tanto para leer.
Un saludo
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Javier. Es entretenido, apto para quien busque pasar un rato más o menos distraido, pero poco más.
Por otra parte, hay personajes, como el Inspector de Hacienda, que son de pena; cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
También me chirría un poco el ambiente familiar de la protagonista. No sé por qué, pero no acabo de creérmelo.
Velarde: sí que lo hay, pues para eso, precisamente, están los blogs de libros, como a otro nivel las revistas de cine o las guías turísticas, para que nadie pase una mala noche en una mala posada.
Las benévolas no lo leí, aunque venía avalada por Jorge Semprún y Vargas Llosa. A última hora, opté por otro libro ambientado en la IIGM y, sólo indirectamente en el holocausto: Vida y Destino de Grossmann. J. Littell, autor de Las benévolas, es descendiente de judíos e impersona al SS que narra la historia. Su labor de documentación, dicen, ha sido impecable. Grossman fue corresponsal de guerra del Ejército Rojo, desde Stalingrado a Berlín. Describe la limpieza étnica en Ucrania y Polonia, así como la liberación por las tropas soviéticas de dos campos de concentración. Él no tuvo que documentarse; llevaba su cuaderno de notas.
Saludos desde Utopía
Eugenio: gracias.
Velarde: Las Benévolas lo dejé pasar porque las referencias que tenía eran de libro con bastante desfase sexual y violento. Eso, y mi cansancia con la cosa nazi me desanimaron.
Tienes razón, Javier, suena cuanto menos críptico y siento los malentendidos. Pero quiero decir literalmente lo que digo.
Ten en cuenta que hay mucha gente a la que satisface este tipo de literatura. Esto es, que una vez leído el libro no tendrá la sensación de haber gastado inútilmente, ni tiempo ni dinero. Y dentro del género el libro no está nada mal.
No creo que tu objetivo sea conseguir que la menor gente posible compre un libro, y sin embargo, a lo mejor ese es el resultado… porque puede ser que la proyección que tenga tu web sea mayor que la de un grupo de amigos a los que les gusta leer.
Nada de esto tiene relación alguna con ideologías ni demás parientes de los que no se nada.
Por otra parte, Eugenio, por supuesto que la vida es corta pero no conozco medio para leer buenos libros que no pase por tragarse otros que no lo son tanto… o que simplemente no nos gusten.
Por último, y ya que hablamos de literatura, ¿habéis leído las Benévolas? A mi me interesó mucho.
Un saludo
Velarde
Ser de izquierdas o de derechas, oler a lirios, a amapolas o a tabaco de Virginia es una cuestión que el lector perspicaz pronto descubre y que, si no tiene prejuicios, sabrá dejar al margen del disfrute de la lectura. Uno puede compartir o no la necesaria carga ideológica que todo texto lleva (incluso aunque el mismo auEdtor no se consciente de ella); y para eso está el espíritu crítico. Pero siempre podrá disfrutar del libro si está bien escrito. Pongo un ejemplo. Yo podría compartir con Susana Tamaro su visión de la existencia human y, por contra, aburrirme como una ostra trascurrido un tercio de «Donde el Corazón te lleve». En el extremo opuesto, nada me une a Edgar A. Poe, pero siempre que releo «La Caída de la Casa Usher» encuentro un detalle nuevo que me hace disfrutar.
Si Javier «previene contra» este o aquel libro no es, en modo alguno, por ejercer de progre, ni mucho menos por vocear la consabida maldición erudita contra los best-sellers. Lo hemos hablado muchas veces: como decían los latinos, Ars longa, vita brevis, esto es, el tiempo vuela y hay muchas cosas buenas que leer.
Saludos desde Utopía.
Rosario, aquí hablamos de libros. Cuando necesite consejos personales o tenga dudas sobre lo que debo hacer, o pensar o escribir, buscaré auxilio en un foro diferente de un blog de libros. Si quieres disentir de mi opinión sobre este libro, adelante; pero nada más, entre otras cosas porque no te conozco de nada. Ni tú a mi.
Juan, naturalmente que he eliminado tu comentario, por los mismo motivos que el del anónimo anterior.
Velarde: no entiendo lo de la «proyección de los comentarios». No pretendo molestar a nadie, ni con esta entrada ni con ninguna otra, créeme.
Javier:
Ayer llegué a tu blog por primera vez y me gustaría hacer varios comentarios. (de paso digo que es la primera vez que escribo en el blog de nadie)
He visto los libros que te gustan y básicamente comparto la lista, sobre todo teniendo en cuenta que, como dices, aquí no se hace crítica literaria sino que se dan a conocer los libros con los que se ha disfrutado.
También comparto bastantes de las razones por las que dices que algunos libros no te gustan (aunque en realidad eso es una contradicción en los términos porque los juicios estéticos no tienen por qué ser razonables). Completamente de acuerdo por ejemplo con La elegancia del erizo, que sólo conseguí leer en diagonal y porque quería entender la clave de su éxito.
No obstante, quiero que sepas que es posible llegar hasta aquí sin conocerte y sin buscarte, por ejemplo porque uno sea lector de Aceprensa, donde también publicas. Y en ese sentido, me gustaría que tuvieras en cuenta que tus comentarios pueden tener una proyección que a lo mejor no preveías.
Qué quieres que te diga, me ha llamado la atención el modo mordaz en que machacas sobre los libros que no te gustan. Y he llegado a esa conclusión siguiendo tus comentarios sobre el libro de Reyes Calderón (a quien conozco y aprecio) que me ha llevado a su vez a los que haces sobre su libro anterior. Te copio lo que dices:
No lo dudes. No merece la pena. Una de las cosas que me motivan para seguir con el blog es ahorrar tiempo a los demás.
Este libro, lo siento, es malo. Que haya cosas peores o que los gustos son libres, bueno.
Si lo has comprado, habrá que leerlo, digo yo. Tampoco es que sea un desastre el libro.
¡Pues imagínate lo que puede conseguir una buena intriga que, además, esté mejor escrita!
Básicamente de acuerdo. Acaba de sacar otra novela. (esto último no es negativo pero sí combinado con el comentario al que responde).
Sin duda, me resulta molesto porque conozco a la persona. Pero creo que no sólo.
Esto es lo que quería decir con lo de que «queda muy feo». Estéticamente.
Un saludo
C. Velarde
He suprimido el comentario anterior. Es de alguien a quien no conozco, que no firma el mensaje, y que no está de acuerdo con mi entrada. Esto me parece bien, pero no que lo diga agresivamente y con mala baba.
Velarde: No veo nada de feo en hacer un trabajo y cobrar por ello. Lo hace todo el mundo todos los días. Lo único que quería decir es que yo no elegí leer este libro.
Sinceramente, no creo que haya ninguna obligación de ser desagradable. Si no quieres leer un libro, o a una autora no lo leas. Y si te dan dinero por ello, no hace falta que lo digas.
Queda muy feo.
Opino que el debate izquierda-derecha tiene poco que ver con la literatura. Igualmente otras consideraciones personales, de creencias, etc. Hablamos de historias y del modo de contarlas. Si alguien piensa que esta señora (que bajo cualquier otra consideración a mi me cae muy bien) hace esto «de maravilla», simplemente estamos hablando de cosas diferentes.
El problema de las novelas policiacas y negras es que se mira más al autor que a la obra. Esta señora escribe de maravilla y sus novelas da gusto leerlas, pero claro… Según los progres huele a opus y eso en el género no se perdona, hay que ser de izquierdas para escribir, aunque la izquierda siga guardando la basura bajo la alfombra. No cambiaremos nunca, ¡qué país! Lo siento por la literatura.
Yo seguiré esperando su siguiente novela con impaciencia.
…Canaima». Lo siento. Debió ser por la emoción.
Pues sí que has debido de leer el libro a contrapelo, sí, pues ni has mencionado el título. «El expediente…», por lo que se ve en la foto, ¿no?
Saludos desde Utopía.