Fin del quinto tomo sobre la caída de la república romana. César termina su consulado y está diez años en las Galias, vuelve, guerra civil contra Pompeyo y una facción del Senado, Farsalia, muerte de Pompeyo, el Grande. El libro recoge en concreto del 54 al 48 adC, y es magnífico como los cuatro anteriores tomos.
Tiene gracia McCullough cuando justifica en la nota final las simplificaciones a las que se ve obligada «en interés de la simplicidad y de la brevedad». Lleva casi cuatro mil páginas apretadas y densas contando estas estupendas historias. Estupendas, ¡pero nada de simples ni de breves!
Impresionantes las tomas de Avarico y Alesia. Dicen mucho del carácter romano. Es un lío tantísimos nombres de tribus galas (celtas y belgas). Me sorprende lo fea que pinta a Cleopatra.
La australiana sigue presentándonos siempre a César de la manera más favorecedora posible. Lo digo de antemano, aunque a mi no me importa ni me parece sospechoso. Pasar el Rubicón con una legión es el primer acto inconstitucional que llevó a cabo César en su vida, aunque aquí queda patente que no tuvo otra opción. Lógicamente, hablamos de la defensa de la dignitas, su obsesión.
No sabía que los protagonistas de la serie Roma de la HBO estaban inspirados en dos centuriones de la IX (Tito Pulon y Lucio Voreno) a los que se menciona en los Comentarios de César.
Les dejo esta vez el discurso que nuestro admirado autócrata dirige a sus muchachos (como llama a sus legionarios, que lo adoran) antes de avanzar sobre Roma.
Aquí les hablaba del cuarto volumen (y les enlazaba mis comentarios a los anteriores).