Gómez Dávila

El año pasado busqué por todas partes la selección de pensamientos de Gómez Dávila que publicó una pequeña editorial. Me había enterado tarde y no hubo forma. Ahora ha sacado Atalanta sus pensamientos COMPLETOS en un tomo, Escolios a un texto implícito. Son tres libros (de 1977, 1986 y 1992) que recogen unos 10.000 escolios o notas explicativas. Antropología, teolofía, filosofía, historia, ciencia, arte, literatura, política, etc. Lo toca todo. Es agudo, inteligente, cuidadoso con el castellano, certero, claro. Lo leeré lenta y espaciadamente, para que no se me atragante. Uno de esos libros que te hacen feliz.

Alguna muestra:

• Nadie tiene capital sentimental suficiente para malgastar el entusiasmo.
• Comenzamos eligiendo porque admiramos y terminamos admirando porque elegimos.
• Los argumentos con que justificamos nuestra conducta suelen ser más estúpidos que nuestra conducta misma.
• Es más llevadero ver vivir a los hombres que oírlos opinar.

Voz narrativa

El narrador es la voz que guía al lector a través del cuento. El narrador más natural del cuento es la tercera persona, alguien más cuenta lo que le ocurrió al protagonista. La primera persona denota que el narrador es quien vivió la historia, muy usada por los cuentistas principiantes que recurren a compartir sus experiencias personales. La experimentación ha arrojado cuentos bien logrados en segunda persona o en una voz colectiva, por ejemplo, pero, a veces, las formas extravagantes tienden a ocultar o suplir las emociones, razón de ser de todo cuento.La tercera persona tradicional tendía a ser omnipresente, es decir, un alguien que todo lo veía y todo lo sabía, incluso son los más oscuros pensamientos de cualquier personaje. La narrativa más moderna se ha abocado a la tercera persona, pero con un punto de vista. El narrador acompaña a algún personaje y sólo sabe y ve lo que él ve, lo que hace más complejas, creíbles e interesantes las historias.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]

Personajes, 2 de 2

La función del protagonista es estar en conflicto con el antagonista y viceversa, nada más. Por ello la descripción de ambos necesita ser rauda y breve: el asesino andaba despeinado y vestía una polvorienta camisa amarilla; el coronel iba sin gorra y su rostro mostraba el cansancio de la noche sin dormir. Las demás características físicas las agrega el lector a partir de sus experiencias o sus elecciones ficticias: esa es su participación imaginativa. Hay que partir del supuesto de que el lector es inteligente y sensible; no hay que explicarle ni describirle todo porque, entonces, irá rechazando el cuento, aunque no se dé cuenta cabalmente de por qué. El lector completa lo que el cuento no dice. Así, pues, el escritor establece una frontera invisible entre el texto y el lector, sin entrometerse en lo que el lector puede deducir o suponer.
……….
Si el lector sabe todo de los personajes, cómo son, qué hacen, por qué, qué piensan, perderán todo misterio y, por tanto, interés.
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Si un personaje va a ayudar en la resolución de una historia, debe aparecer desde el principio; de otra forma el desenlace sonará falso.

[Fuente: Guillermo Samperio, “Cómo se escribe un cuento», 2008. Selección y orden propios]