(en la foto: Paul Newman como Lew Archer en Harper)
Ross MacDonald es muy cuidadoso cuidadoso en su escritura. Eso puede ser peligroso en una novela negra porquue puede distraer. Si se está pendiente de capturar y asimilar todas sus imágenes, uno puede perderse en sus laberínticas tramas.
Sus «como…» son tremendamente expresivos y eficaces, hacen que uno se represente sin confusión lo que se quiere señalar. Algunos ejemplos tomados de La mirada del adiós:
En su difusa blancura, el mismo Trutwell parecía algo artificial, como una figura de cera construida con todo esmero y dotada de sonido.Su tono era al mismo tiempo perentorio e inseguro. Era el tono de una mujer hermosa que se había casado por dinero y nivel social, y que nunca lograba olvidar cuán fácilmente podía perder ambas cosas.Frunció el entrecejo. Detrás de su hermosa máscara se escondía una niña malcriada, pensé, como un farsante acurrucado detrás de la estatua de un dios.También poseía una cualidad que me molestaba: cierta duda y confusión en sus ojos, como si hubiera perdido su camino hacía mucho tiempo.Tenía una manera de querer ser servicial que había notado antes en las hijas de los hombres viudos.
"en las hijas de los hombres viudos" no sé por qué, me parece magnífico