Ejemplo de libro que está bien pero que no me ha gustado. Ni el modo de contar las cosas ni los personajes me han atrapado.
Segunda novela (2002) del cineasta Wagenstein (1922), otra historia de judíos centroeuropeos.
Un simposio devuelve al profesor Cohen a su Plóvdiv natal, en Bulgaria, tras haber perdido hace unos años a su mujer e hija en un atentado terrorista en Israel. Su estancia vuelve a conectarle con su pasado remoto, sus antecesores sefardíes que dejaron Toledo en 1492, y con el de su infancia, representada por la presencia de sus abuelos. Su ciudad acogía una rica mezcla de etnias y religiones en un status quo que alteró sensiblemente la llegada del comunismo. Wagenstein va alternando los recuerdos del pasado con los reclamos del presente, el reencuentro con Anixa, el amor de juventud de Cohen, y la pugna que mantiene con el insistente abogado que quiere hacerse con unos terrenos heredados por Cohen.
La clave del libro no es precisamente la intriga argumental, apenas saber porqué la familia de Anixa dejó Plóvdiv, hasta donde llegarán las consecuencias de su reencuentro y si finalmente la especulación inmobiliaria triunfará o no, sino dejarse llevar por los vaivenes mentales de Cohen, que aúnan reflexiones culturales, dudas religiosas, detalles históricos, desilusiones y proyectos, narrados con la prosa elegante, austera y de toques simpáticos de Wagenstein.
Como en las dos novelas anteriores, el autor evita el clásico tono trágico y reivindicativo de tantos escritores judíos, y asume con flema y elegancia las difíciles circunstancias que han solido acompañar al pueblo israelí. Cohen, no especialmente religioso, con una resignación muy del Antiguo Testamento, asume el pasado con realismo y permanece abierto a que las cosas puedan cambiar en el presente.