La novela negra tiende a caer en los extremos escabrosos, hiperviolencia, corrupción y sexualidad desbocada. Eso pasa en casi todos los españoles que frecuentan el género. Quizás por eso la irrupción de Domingo Villar, con otros aires, ha llamado la atención. Con sólo dos novelas se ha colado en los primeros puestos, incluso en el de honor, y ha sido destacado dentro y fuera de nuestro país. Ya les hablé de su segunda novela, y ahora he leído la primera.
Ojos de agua me ha parecido algo más floja, pero también de calidad. Una turbia historia de homosexualidad y crimen. La presentación de la pareja Caldas (gallego)-Estévez (aragonés). Lenta pero sin divagaciones, aunque algo apresurada al final. Buena trama (aunque no súper), buenos diálogos y, sobre todo, buenos personajes y excelente ambientación: qué pasa por la cabeza de Caldas (su padre, Alba, la radio), qué come, que música oye, cómo huele Vigo.
En fin, que me encanta poder recomendar por fin a un español de literatura policiaca.