Me acordé el otro día de este libro de 1998, sencillo y claro. Ayuda a respetar el trabajo que hay tras un libro. De uno bueno, me refiero.
Todo buen lector presume la dificultad que entraña escribir bien y, a la vez, ha sentido en alguna ocasión el deseo de contar algo por escrito, deseo que se ha visto con facilidad aplastado por dificultades de difícil solución sin un ayuda adecuada. Podemos tener para empezar una idea, una historia o un personaje, pero ahora, ¿qué punto de vista elijo para narrar, qué uso hago del tiempo, cómo estructuro la narración?, talento, trabajo e inspiración, el don, son importantes a la hora de escribir, pero no menos lo es la necesidad de la técnica, de saber cómo funciona por dentro una novela.
Este trabajo de Kohan tiene, entre otras, tres virtudes: en primer lugar, concentra en un solo volumen, de pocas páginas, elementos de narratología que generalmente sólo se encuentran dispersos en distintos libros; segundo, ofrece una notable colección de citas de interés (también fruto de numerosas lecturas de la autora) y buenos ejemplos de libros tanto clásicos como de actualidad; por último, no renuncia ni al rigor ni a la inteligibilidad, mérito nada desdeñable en la literatura sobre literatura: no puede evitar el esquematismo que impone el tratar de tantos temas en tan poco espacio pero a casi todos se refiere con cierta profundidad.
Una obra para aprender a escribir y a leer mejor.