Autorretrato con radiador es un pequeño secreto a voces que comparto con mis amigos, un íntimo recuerdo que me hace sonreír a solas cuando veo tanta tontería como se publica, algunas de las cuales tengo que leer. Saber que existe y que puedo volver cuando quiera. Por eso he buscado ahora este otro tomito de Bobin, vacunado previamente contra la posibilidad de que no volviera a repetirse el milagro. Como así ha sido.
Un libro leve sobre la lectura, ocho piezas de confusa configuración. Creo que falla la concepción en el contenido y en la forma: narración con elementos de ficción pero con fines ensayísticos, prosa con aspiraciones de poesía pero buscando el aforismo. Un lío.
De todas formas se pueden espigar comentarios luminosos sobre la pasión por los libros. Personas volcadas en el mundo y en las cosas, y otras en las palabras y en la soledad (y, desde ellas, en la verdad y en la vida). El hombre social, útil, y el que no quita ni añade nada al mundo, simplemente lo abandona, el que “empuja ante sí el rebaño de sus pensamientos”. “Es difícil ir de lo inútil, la lectura, a lo útil, la mentira (el mundo)”
“Para qué sirve leer. Para nada, o casi. Es como jugar. Es como rezar”. “Leo para ver, para ver bien –mejor que en la vida- el deslumbrante dolor de vivir. No leo para que me consuelen, no leo para comprender”.
O la diferencia que puede encontrarse entre la lectura de la Biblia y la de un periódico.
Genial el blog