Petter Moen (1901-1944) dirige en Oslo la prensa clandestina contraria a los nazis que han ocupado Noruega. De febrero a septiembre de 1944 es encarcelado por la Gestapo, al principio en una celda de aislamiento y luego con otros presos. Con inconcebible paciencia y valiéndose de un clavo, fue perforando cada palabra de este diario a puntitos en un miserable papel higiénico marrón cortado en pliegos de 16,5 x 19,5 cm. Murió el 8 de septiembre de 1944 y el diario fue encontrado y publicado en 1949.
Es más interesante esta historia que el libro en sí. Mientras permanece aislado se centra en su búsqueda de Dios, un empeño estéril al que es empujado por la angustia. “La verdad no existe fuera del ser humano. Todo tiene su origen en el propio ser humano y esto incluye también cualquier pensamiento o idea sobre Dios”. En la segunda parte habla de sus compañeros y de menudencias del régimen carcelario ya muy vistas.
Una lectura no muy provechosa que demuestra que una circunstancia excepcional no implica un libro a la altura, más allá del valor indudable, como en este caso, de su propia existencia.