¿Me sirve o me gusta?

Nuestros padres juzgaban los libros a través de su gusto y de su razón. Nosotros los juzgamos a través de las emociones que nos causan. ¿Este libro puede perjudicar o puede servir? ¿Es apropiado para perfeccionar o para corromper el espíritu? ¿Hará el bien o hará el mal? Las grandes preguntas que nuestros antecesores se planteaban. Nosotros preguntamos: ¿Causará placer este libro?

Joseph Joubert (1754-1824)
Pensamientos sobre arte y literatura
Ed. Periférica, 2007

TRES LIBROS sobre Napoleón

Con todos sus peros, me parece un personaje fascinante, genial, con un imperio sobre los demás del que muy pocos han disfrutado en la historia. A mi me han gustado especialmente:

Napoleón, de Emil LUDWIG (1906)
Napoleón, de Max GALLO (1997)
La batalla, de Patrick RAMBAUD (1998)

El de Ludwig es la primera biografía seria que leí sobre él, y de la que guardo un recuerdo imborrable. Estaba editada en Juventud, no sé si hay reediciones recientes. La segunda es una macrobiografía detalladísima de 1000 páginas, escrita con mucha garra. Me encantó. En ella se basó la estupenda miniserie televisiva que pudimos ver hace uno o dos años. La tercera es una novela bélica. Desmitifica un poco el genio militar del corso pues reconstruye la batalla de Essling, cuando sufre en 1809 su primera derrota como General. Es un fresco de guerra impresionante. Y Premio Goncourt de ese año en Francia.

Chejov aconseja

Consejos para escritores:
• Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir.
• Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.
• Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco y no comprendo.
• No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y audaz. La brevedad es hermana del talento.
• Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino de cómo lo he visto.
• Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad: nada de lo que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.
• Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.
• Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de una cocinera.
• Guarde el relato en un baúl un año entero y, después de ese tiempo, vuelva a leerlo. Entonces lo verá todo más claro. Escriba una novela. Escríbala durante un año entero. Después acórtela medio año y después publíquela. Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.
• Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carácter político, social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas; 4) máxima concisión; 5) audacia y originalidad: rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.
• Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir. No dejes correr tu pluma cuando tu cabeza está cansada.
• Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios, pero en el arte no se puede mentir.
• Nada es más fácil que describir autoridades antipáticas. Al lector le gusta, pero sólo al más insoportable, al más mediocre de los lectores. Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.
• Escribir para los críticos tiene tanto sentido como darle a oler flores a una persona resfriada.
• No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.
• No es la escritura en sí misma lo que me da náusea, sino el entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a todas partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia, que es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones -sean intelectuales o campesinos-; en ellos está la fuerza, aunque sean pocos.

Consejos extraídos de Sin trama y sin final: 99 consejos para escritores, Piero Brunello.

[Fuente: Ciudad Seva]