Joubert

Joseph Joubert (1754-1824) fue un pensador francés de gran cultura y carácter indolente. Fue un hombre de agudo ingenio y gran prestigio en vida, frecuentado por las mejores cabezas del momento, invitado habitual en las tertulias de la aristocracia intelectual bonapartista. Fue un escritor sin obra. No publicó nada en vida. Llevaba unos cuadernos o diarios donde recogía sus reflexiones. Chateaubriand publicó en 1838 un Recueil de pensées de M. Joubert, una selección de sus pensamientos. Mucho más tarde, se publicaron en Francia sus cuadernos al completo, bajo el título de Carnets. Estos han sido traducidos al inglés por Paul Auster, gran admirador de Joubert. También se han publicado en nuestro país vecino Ensayos (Essais) y Cartas (Lettres).

En 1995 Carlos Pujol preparó para Edhasa una selección de Pensamientos y ahora la Editorial Periférica publica un librito con unos 300 aforismos en torno a los temas arte y literatura.

El lenguaje es sencillo y transparente, son aforismos de ideas bien condensadas. A Joubert le interesa más la estética que la moral, alejándose así de las obras religiosas de Pascal, de la caracteriología de La Bruyère o de las ácidas críticas sociales de La Rochefoucauld o de Chamfort.

Es muy certero en casi todo lo que dice y lo dice bien y claro. Un librito claramente recomendable aunque sabe a poco, a ver si alguna editorial se anima y nos ofrecen la edición completa.

Marcial y la vida feliz


Epigrama de Marcial
X, 47
A JULIO MARCIAL, SOBRE LAS COSAS NECESARIAS PARA UNA VIDA FELIZ

Las cosas que hacen la vida más feliz,mi muy entrañable Marcial, son éstas:
una hacienda conseguida no a fuerza de trabajar, sino por herencia;
un campo no desagradecido, un fuego perenne;
nunca un pleito, pocas veces las formalidades, una mente tranquila;
unas fuerzas innatas, un cuerpo sano;
una sencillez discreta, unos amigos del mismo carácter;
unos ágapes frugales, una mesa sin afectación;
una noche sin embriagez, pero libre de preocupaciones;
un lecho no mustio y, sin embargo, recatado;
un sueño que haga fauces las tinieblas;
querer ser lo que se es y no preferir nada;
ni temer ni anhelar el último día.