Concebir no es decir

El arte de bien decir lo que se piensa es distinto de la facultad de pensar; ésta puede ser muy grande en profundidad, en altura, en extensión, y el otro puede no existir. El talento de expresarse bien no es el de concebir; el primero hace a los grandes escritores; el segundo, a los grandes ingenios. Añádase que aquellos que poseen en potencia ambas cualidades no las ejercen siempre y a menudo advierten que una actúa sin la otra. ¡Cuántos son los que tienen pluma, pero no tinta! ¡Cuántos más tienen pluma, tinta, pero no papel, es decir, la materia en la que pueda ejercitarse su estilo!

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Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos.

Joseph Joubert (1754-1824)
Pensamientos sobre arte y literatura
Ed. Periférica, 2007

¿Me sirve o me gusta?

Nuestros padres juzgaban los libros a través de su gusto y de su razón. Nosotros los juzgamos a través de las emociones que nos causan. ¿Este libro puede perjudicar o puede servir? ¿Es apropiado para perfeccionar o para corromper el espíritu? ¿Hará el bien o hará el mal? Las grandes preguntas que nuestros antecesores se planteaban. Nosotros preguntamos: ¿Causará placer este libro?

Joseph Joubert (1754-1824)
Pensamientos sobre arte y literatura
Ed. Periférica, 2007

TRES LIBROS de aforismos

Si tuviera que elegirlos me quedaría con estos:

Meditaciones, de Marco AURELIO (180)
Oráculo manual y Arte de la prudencia, de Baltasar GRACIAN (1647)
Pensamientos, de Blaise PASCAL (1669) [En la foto]

Son libros redondos, perfectos, útiles para la vida, citables y meditables sin descanso. Marco Aurelio es extraordinario, si además hubiera sido cristiano sería perfecto. Sin la fe, sólo llega a donde llega. Aunque no es poco. Gracián tiene un punto de cínico que lo afea, pero casi todo lo que dice del hombre es verdad. Pascal es más duro de leer y no me interesa igual en todas sus partes, pero es imprescindible.

También me gustaron, pero menos:
De la antigüedad clásica: Catón, Epícteto y Marcial.
Del XVII francés: Chamfort, La Rochefoucauld y Joubert.
Del S. XX: Bierce, Canetti y Litchenberg,