Lectura y felicidad

Me considero esencialmente un lector. Como saben ustedes, me he atrevido a escribir; pero creo que lo que he leído es mucho más importante que lo que he escrito. Pues uno lee lo que quiere, pero no escribe lo que quisiera, sino lo que puede.
(…) Al principio, ciertamente, yo sólo era un lector. Pero pienso que la felicidad del lector es mayor que la del escritor, pues el lector no tiene por qué sentir preocupaciones ni angustia: sólo aspira a la felicidad. Y la felicidad, cuando eres lector, es frecuente.

Borges. Arte poética, seis conferencias (1968)

Conversos

10 ateos cambian de autobús (Palabra, 2009)

José Ramón Ayllón sale al paso de la campaña atea exhibida en algunos autobuses españoles, y cuenta brevemente la historia de 10 intelectuales del mundo de las ciencias, del arte, de las letras o del pensamiento que pasaron de la increencia a la fe. No se puede decir de ninguno de ellos que fueran personas que no piensan. Justamente al contrario.

130 páginas francamente útiles e iluminadoras. Como decía Chesterton, «Para entrar en la Iglesia hay que quitarse el sombrero, no la cabeza».

Esta diez historias son apasionantes en sí mismas. El mérito de Ayllón es encontrarlas, reunirlas y divulgarlas con amenidad y oportunidad. Celebro sin reservas este librito.

(en la foto: Collins, genoma humano)

El mejor Pombo

Como les prometí, ahí va lo que escribí hace quince años sobre este libro:

Aparición del eterno femenino contada por Su Majestad El Rey. Alvaro Pombo.

Tras leer El metro de platino iridiado– tan premiada y afamada como biliosa y desagradable- pensé que ese fugaz y revelador contacto bastaba para que mi camino no volviera a cruzarse, con todo el respeto, con el de Pombo: simplemente, no me interesaban sus historias, por muy original y bien escritas que éstuvieran.

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