Warlock

Buenísima novela. Me alegra descubrir cosas así, de las que no tenía ni idea. Lo que quiere decir que puede haber más.En 1880 Warlock es una polvorienta comunidad fronteriza cercana a Méjico. Aún no ha conseguido el estatuto de ciudad y no tiene por tanto autoridades. Cada uno defiende lo suyo como puede. El Comité de ciudadanos, la gente honrada, los comerciantes, contratan a un pistolero para que ponga orden con sus colts de cachas de oro. Con él llega a Warlock un amigo jugador que levanta un negocio de diversión.

Warlock es la encarnación del Salvaje Oeste: vaqueros, mineros, el juez, el doctor, las chicas del salón, el telégrafo, diligencias, cantinas, cuatreros, tahúres, la Caballería, apaches, mejicanos, polvo y revólveres. El mito esencial del blanco norteamericano de alma dura, aislada, estoica y asesina. Más adelante vendrían el amor a la libertad, el afán de superación y la democracia. En Warlock las pasiones se desbocan a la mínima y tiene razón el que ha sido más rápido al desenfundar. La vida es un juego de una crueldad implacable que hay que vencer con el alcohol o haciéndose el muerto hasta que pasa cada tormenta. Continuar leyendo «Warlock»

Muerte al aburrimiento

De la entrevista a Harlan Coben en ABC (12 de junio de 2009) quiero destacar estas respuestas:

– Parece un tópico decir que su novela engancha y no hay manera de soltarla, pero es verdad. Engancha de un modo abrumador. Habrá en ello una parte de técnica pero tiene que haber algo más. ¿Cree que tiene usted «temperamento de thriller»?
-No podríamos llevar todo este rato hablando de todo esto, de la Administración Bush o del Gran Hermano, si esta historia no se hiciera leer, no mantuviera el deseo del lector de llegar hasta el final. Y para eso no hay una fórmula mágica. Tú puedes tener la mejor maquinaria para sacar petróleo, pero si no hay petróleo… tienes que tener una historia, unos personajes que te importan. No es algo meramente cerebral, implica emociones. El pathos mueve la historia.
……….
-Es verdad que una de las claves de su «enganche» puede ser una inmensa curiosidad por lo humano. Hay situaciones, diálogos y escenas que para sí quisieran muchas novelas «serias».
-A veces la única diferencia entre una novela «seria» y un buen thriller, es que la novela «seria» es más aburrida… Si mis libros se vendieran menos y no versaran sobre crímenes yo tendría más posibilidades de ser considerado un escritor «serio». Y fíjese en una cosa: todas las grandes novelas que han sobrevivido más de cien años contienen algún crimen. Dostoyevski, Wilde, Dickens, Dumas, incluso la Biblia… ¿Puede citarme una sola gran novela que no incluya elementos de suspense y de thriller clásico? Uno de los problemas actuales, que no existía antes, es que la llamada novela «seria» carece muchas veces de argumento. Y de interés. Porque sólo trata del ombligo de su autor.

La diferencia con el best-seller de temporada es que las buenas historias (y las de Coben lo son) son complejas, verosímiles, intensas, emocionantes y duraderas. Hay novelas «serias» muy entretenidas pero también hay historias de misterio y acción muy bien hechas que merecen llamarse auténtica literatura.

Aquí tienen la entrevista completa.

La técnica en la escritura

E.: ¿Qué técnica utiliza para alcanzar su estándar?
W. F.: Deje que el escritor se dedique a la cirugía o a la albañilería si lo que le interesa es la técnica. No existe una manera mecánica de escribir, no hay atajos. El escritor joven sería un estúpido si siguiera una teoría. Enséñate a ti mismo por tus propios errores: la gente sólo aprende a partir de los errores. El buen artista cree que nadie es lo bastante bueno para darle consejos. Posee una vanidad suprema. Por mucho que admire al viejo escritor, quiere superarlo.
……….
E.: Entonces ¿niega la validez de la técnica?
W. F.: De ninguna manera. A veces la técnica se ocupa del sueño antes de que el propio escritor pueda encargarse de él. Ese es el tour de forcé y la obra acabada consiste simplemente en colocar bien apilados los ladrillos, dado que el escritor debe conocer todas y cada una de las palabras hasta al final antes de escribir la primera.(…) Pero cuando la técnica no interviene, la escritura también resulta más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se alzan y se encargan de las cosas y terminan el trabajo, digamos que en algún punto en torno a la página 275. Claro que no sé qué ocurriría si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad para juzgar su trabajo, además de la sinceridad y la valentía de no engañarse sobre él. Dado que ninguna de mis obras ha cumplido con mis propios estándares, tengo que juzgarlas basándome en la que me causó más dolor y angustia, al igual que la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se hizo cura.

Entrevista a William Faulkner en Paris Review, 1956.