Escrutopo y Orugario

He releído con cuidado, a lo largo de un par de meses, tomando notas, las Cartas del diablo a su sobrino, de C. S. Lewis. Sigo pensando, como la primera vez que lo leí, que es un libro estupendo. Certero, animante, positivo, divertido, lleno de conocimiento y experiencia de la vida cristiana y de las posibilidades del corazón del hombre. Es imposible no verse retratado en muchas de las escaramuzas a las que se ve sometido el “paciente” del aprendiz de tentador. Lewis nos advierte de que siempre la verdad y la luz siempre pueden más, si se quiere.

Aquí les dejo la primera carta, para hacerse una idea del estilo y temática del volumen.

Arcanos de la lectura

En 1995 cayó en mis manos 7 hábitos para personas altamente efectivas de Stephen Covey, después de amplios comentarios y calurosas recomendaciones. No es un libro de autoayuda, da consejos sobre cómo mejorar personalmente pero en orden al liderazgo, saber relacionarte y gobernar a los demás. Como para eso hay que empezar por gobernarse a uno mismo, los tres primeros hábitos trabajan esa línea. Los leí, estudié y resumí en apretadas fichas. Forré el libro y lo declaré imprescindible, convencido de estar acometiendo una lectura importante de mi vida. Hablé de él, lo recomendé con entusiasmo, lo instalé en mi biblioteca particular. Por razones que no vienen al caso, mi biblioteca particular no atesora más allá de cincuenta volúmenes, lo que da idea de lo imprescindible de cada uno de ellos. Pues bien, estamos en 2007… y aún no he leído los otros tres hábitos: ¿cómo se explica?

Marcial y la vida feliz


Epigrama de Marcial
X, 47
A JULIO MARCIAL, SOBRE LAS COSAS NECESARIAS PARA UNA VIDA FELIZ

Las cosas que hacen la vida más feliz,mi muy entrañable Marcial, son éstas:
una hacienda conseguida no a fuerza de trabajar, sino por herencia;
un campo no desagradecido, un fuego perenne;
nunca un pleito, pocas veces las formalidades, una mente tranquila;
unas fuerzas innatas, un cuerpo sano;
una sencillez discreta, unos amigos del mismo carácter;
unos ágapes frugales, una mesa sin afectación;
una noche sin embriagez, pero libre de preocupaciones;
un lecho no mustio y, sin embargo, recatado;
un sueño que haga fauces las tinieblas;
querer ser lo que se es y no preferir nada;
ni temer ni anhelar el último día.