¿Por qué hay pocas novelas buenas con personajes «buenos», en el sentido moral del término? (a la izquierda, la adaptación cinematográfica de una de ellas). Miren lo que dice Cheever en sus Diarios:
Al carecer de un sentido claro del bien y el mal, nos resulta imposible inventar un malvado, y la maldad es esencial para la dinámica de la narración. El libertino ya no es malvado; su destreza se ha convertido en virtud. El banquero usurero despierta admiración; el sodomita pertenece a una minoría que merece nuestra comprensión; el homicida sólo necesita asistencia psiquiátrica. Me da la impresión de que los jóvenes lo asumen con menos egocentrismo que nosotros, y al sentir instintivamente la necesidad de la maldad, llegan a la conclusión de que el mundo adulto es imperfecto. Los procreadores limpios, decentes, vigorosos y lozanos son objeto de su rabia y su desdén, cuando su único defecto es que no recuerdan a los malvados. El cáncer es malo, pero cuando miramos por el microscopio no vemos ningún diablo. Y al final he ponemos cuernos y rabo a ha muerte, que es totalmente inocente como fenómeno.

