Cheever es el Balzac de la clase media norteamericana de los cincuenta. Un relato-tipo suyo es algo así: familia acomodada que vive en zona residencial de clase media, precisa y breve presentación de personajes, el o los protagonistas descubriendo por qué no son felices, crisis o conflicto (que no necesariamente se resuelven en algo al final) y resolución (con frecuencia abierta). Todo en un estupendo estilo realista, limpio, clásico y tranquilo.
La insatisfacción del mundo que él ve se relaciona casi siempre con el egoísmo. El matrimonio ya ni intenta comunicarse y se buscan aventuras fuera, hay una exagerada preocupación por el dinero y mandan los convencionalismos sociales, asfixiantes y adictivos al mismo tiempo. La felicidad se considera una quimera y es frecuente que sus personajes, a pesar de las apariencias, en un momento u otro estén muy cerca de dejarlo todo. Sus relatos están poblados de gente vacía, sola y llena de miedos. Supervivientes de un naufragio que no ven playa por ninguna parte.
Maestro de la presentación de situaciones y personajes y de la descripción, brilla menos en los diálogos. Muchos de sus personajes resultan difíciles de olvidar (incluso algunos secundarios). No juzga ni saca conclusiones, no hay ironía, ni humor, ni pesimismo, ni estridencias argumentales de ningún tipo. Su visión no resulta alentadora pero tampoco destructiva. Mira, describe y alerta, esto último sin un propósito declarado.