Huntington. Madame Solario

HUNTINGTON_Solario“Algunas personas son como fallas del tejido social, puntos débiles que, dondequiera que se encuentren, provocan desastres y trastornos”. Así califica un personaje de esta novela a la pareja que forman Natalia y Harden, dos hermanos que vuelven a reencontrarse en 1906 tras doce años sin verse. Su familia tiene un pasado escandaloso y cada uno ha hecho la vida por su cuenta hasta que se encuentran en Cadenabbia (lago de Como), donde Natalia pasa un lujoso veraneo. Ella es joven, está separada de su marido, y es el centro de atención, por su clase y su belleza, de un nutrido grupo de personas entre las que se cuentan Kovanski, un agregado militar ruso con fama de duelista y Bernard, un joven inglés que cae también pronto prendido de Natalia.

La novela comienza con la descripción festiva de un lugar paradisiaco y un entorno social sofisticado y cosmopolita.  Bailes, enamoramientos, mucha gente joven queriendo pasarlo bien, brillantes descripciones y presentación de personajes. Tras la aparición de Harden el asunto se va ensombreciendo. Vamos sabiendo cosas del pasado de los hermanos, de la intensa e inquietante relación que recuperan y de cómo quieren orientar sus vidas en adelante. El texto va creciendo más a lo ancho que hacia adelante, y demora excesivamente el clímax final en torno a la abeja reina, que no es más que una amoral vestida de seda. Tardoromanticismo sombrío que se acerca más a una presentación de pasiones torcidas (y, solo de paso, fuera de las convenciones sociales) que a un intento serio de describir el fin de una (bella) época. En este sentido es muy inferior a El gatopardo, con la que se la alinea pero con la que sólo comparte alguna conexión temática.

El libro se escribió en 1926, se publicó con éxito sin firmar en 1956 y solo en 1980 se descubrió el nombre de su autora norteamericana (1887-1959). Ahora se publica por primera vez en español. Hay una versión cinematográfica francesa de 2012.

Reflexiones y epifonemas de Barrett

BARRETT_ReflexionesPor pura simpatía con la editorial y la colección busco esta recopilación de prosas mínimas. Barrett resulta ser un cántabro que terminó exiliado en Paraguay. Ingeniero. pintor, pianista y espadachín. Sólo publicó un libro en vida (una antología de artículos), al que siguieron varias recopilaciones más a su muerte. Pensador libertario, dandy y bohemio. Admirado por Borges.

Este libro tiene cuatro partes: Aforismos (sacados de Moralidades actuales, 1910), Epifonemas (de Obras completas, 1988), nuevos Epifonemas (de Marginalia, 1991) y Aforismos encontrados (extraídos de sus restantes obras).

Me ha parecido una lectura de escaso interés. Apenas hay alguna idea aprovechable (como la importancia de darse, de sacrificarse, de dejar algo mejor a los que vengan después). Todo lo que toca (libertad, violencia, verdad, política) lo convierte en una diatriba contra la autoridad y un escupitajo sobre toda trascendencia. Lo que llama Epifonemas (anécdota, cuentecillo, micro-relato, moraleja), algunas de ellas históricas, son además, en su mayoría, sosas. Tampoco en la forma hay nervio de auténtico escritor. Una pérdida de tiempo.

Algunas de sus frases:

• No me hables de patriotismo, un amor que se detiene en la frontera no es más que odio.
• Algunos amores sobreviven a la traición, pero muy pocos a la fidelidad.
• La máquina es una frontera. Es el extremo inteligente de la naturaleza y el extremo material de nuestro espíritu.
• Curiosidad: buen apetito del espíritu.
• En las paredes de nuestro calabozo está pintada la libertad.
• Que el hombre se avergüence de obedecer. Matar al sacerdote, al maestro, al capitán, al patrono. Combatir toda autoridad.

Máximas mínimas de Jardiel Poncela

JARDIEL_PONCELA_MáximasLeo sólo las Máximas mínimas y no me han quedado ganas para nada más (esta completa edición de Edhasa incluye mucho más aforismos suyos). Es nuestro Groucho en soso: escandalizante, jocoso, con afán de épater; puedes tomártelo por lo lúdico (“¡qué cosas tiene!”) o tirarlo a la basura si lo analizas mínimamente en serio.

Las sentencias de tipo más discursivo son tremendamente ácidas y destructivas. Amor, hombre, mujer, muerte, felicidad, moralidad, pudor, inteligencia, sentimientos, vida social, matrimonio, amistad, ideal: no deja títere con cabeza. Exaltación de la sexualidad, heterodoxia, machismo, cinismo. Todo lo que toca lo mancha.

Los juegos de palabras y metáforas asociativas tienen cierta gracia. Aunque también hay algunas más tontas que las greguerías más tontas de Ramón Gómez de la Serna, que ya hay que ponerse.

Creo que no estoy exagerando. En todo caso, echen un vistazo a algo de su teatro. Su pensamiento, si tuvo algún interés en vida, ha envejecido francamente mal.