Coben


Coben
es más un autor de thriller comercial que de novela negra. Tiene cierta calidad y suele incluir en sus tramas algún elemento criminal. El personaje de su serie más conocida, Myron Bolitar, no es policía ni investigador privado, sino un abogado que se dedica a representar a estrellas como agente. Alta tensión es el décimo libro que le dedica. Es el primero que leo.

Está bien:
– Realismo sin morbo; perfil medio en cuanto a dureza de la historia y sin excesos innecesarios.
– Buenos secundarios, sobre todo el desquiciante Win.

Pegas:
– La historia es demasiado enrevesada para mi gusto, y no me refiero a que pasen muchas cosas, sino a que en algún momento falta claridad;

– No me gustan los chistecitos continuos (chulerías, comparaciones ingeniosas, frases de varios sentidos…), me distraen de la historia y me agotan; ya pillamos como es el personaje con dos o tres, no son necesarias trescientas.

Me ha costado terminarlo, no es malo, pero no me ha cogido, que es lo mínimo que se espera de la mayoría de estos libros.

Pancol de nuevo

En la exitosa Los ojos amarillos de los cocodrilos Pancol intentó retratar la soledad de una persona buena en medio de un mundo moderno materializado y egoísta. Esta segunda parte continúa la trayectoria de los mismos personajes, con alguna ausencia y alguna incorporación. La sensible, débil y honesta Jo sigue moviéndose a paso de tortuga entre la maraña de familiares y amigos que, de una forma u otra, la maltratan. La rapidez y violencia que le rodea amenaza con pisotearla a cada paso.

El problema es que este segundo libro no aporta casi nada nuevo. La esencia es exactamente la misma, y los nuevos accidentes (embrujamientos, agresiones, asesinatos, esquizofrenias y cartas del más allá) no sostienen un retrato que no crece ni evoluciona. Fuertes personalidades, realismo y más decibelios en el nivel de groserías y detalles soeces. La historia de Pancol ofreció algunas cosas interesantes en la primera entrega pero se empantana por completo en la segunda.

Goldman

Goldman (1931) escribió en 1983 este cuentecillo.

El planteamiento de la historia y el tono son estupendos. Frescos, imaginativos y emocionantes. El desarrollo pierde fuelle y el desenlace es un poco loco y decepcionante, lejos de la brillantez de su curriculum (novelas y guiones: Marathon Man, La princesa prometida; guiones: Dos hombres y un destino, Todos los hombres del Presidente).

De todas formas, sólo por el inicio y algunas de sus películas, quizás me anime más adelante con La princesa prometida, que lo tengo en formato digital.