Pieza de verano

Pieza de verano. En algún rincón perdido de mi memoria estaba este título desde hace años. Al verlo en la biblioteca pública lo saqué. Pestiño monumental. Estilo indirecto libre mezclado con monólogos y recuerdos. No hay diálogos directos. El narrador hace preguntas (¿a?) y las responde él mismo (creo). Al cabo de treinta páginas aún no sé quien es quien ni cómo se relacionan, ni quien habla. Todo es fogonazos.He leído textos más difíciles que este y que me han gustado. Me desanimo y lo termino por derribo, sin llegar a enterarme en ningún momento de qué me están contando. Aunque desde la página 30 ya puse poco de mi parte. ¡Estos alemanes!

El símbolo perdido

Pueden leer en Aceprensa la reseña que he preparado sobre la última novela de Dan Brown. Se ha publicado para todo el mundo, no hace falta estar suscritos.¡Qué quieren, hay que hacer de todo en esta vida! Ahí me ven, comprándola el primero en El Corte Inglés el mismo jueves que salía.

Pues bien, me ha gustado más de lo que hubiera querido. Este escritor es la monda. Tiene un cacao mental esotérico espectacular pero, hecha una restricción mental sobre el mensaje (si no, es imposible seguir leyéndolo), resulta entretenido. Ha tardado 6 años en escribirla y dice en las entrevistas que está muy orgulloso.

Y dice también que sabe que no ganará nunca el Nóbel. ¿Y por qué no? Sería coherente con la trayectoria de ese premio. No le extrañaría a nadie.

La trayectoria de los peces

Todos los años hacen fortuna uno o dos libritos de estos. Historias de adultos contadas por niños. Suelen ser simplones, o sentimentales, o de un tono insoportable, o todo ello a la vez. Este no está del todo mal, sobre todo porque el tono es aceptable y no está escrito para imbéciles. Papá y mamá se van a separar y el hijo quiere hacer algo y se lo pide a Dios. Hay una nevada espectacular y cambian algunas cosas.

El autor no debía estar muy convencido de la entidad del asunto y mete tres historias más, las que él debe considerar representativas de un barrio «normal»: una pareja de gays, un padre abandonado y alcohólico y una bailarina de strip-tease. Parabolitas bienintencionadas que no van más allá de la solidaridad y una concepción bastante ligth del amor, la libertad y la sexualidad.

Pero bueno, dentro de lo que hay, el fondo general es optimista. No es para tirarse a comprarlo a la librería, pero si cae en sus manos…