Olor inconfundible

La literatura tiene un olor inconfundible. Luego vendrán las reflexiones y explicar qué es lo que ha salido bien. Pero aquí lo que cuenta son las primeras impresiones. Desde la primera página ves lo fundamental: el tono, el estilo, lo que el escritor ve, lo que le interesa, cómo lo cuenta. Si además, más adelante, la historia es buena, el tema te interesa, aprendes cosas y los personajes se te pegan, entonces se ha producido de nuevo el milagro.

Esto me acaba de ocurrir con Angeles rebeldes de Robertson Davies, un escritor canadiense fallecido en 1995 del que no tenía la menor idea hasta hace unos días.

Me ha interesado cada vez que me he puesto con el libro, no me ha aburrido nunca, no quería que terminara, quiero leer más cosas de él.

Universidad canadiense, un mecenas fallece, tres albaceas ponen orden en su legado, un manuscrito de Rabelais. Hay muertes y boda. En medio, infinidad de temas (gitanos, coproterapia, arte, religión, paleopsicología, superstición, mecenazgo, lutiers, la belleza, la modernidad, el pasado,…). Todo con oportunidad y medida, respetando la novela (no sirviéndose de).

Hoy no me da tiempo, pero les dejaré una lista de sus libros publicados en España.