Me gustan bastante las películas más flojas de Billy Wilder. Las buenas, no digamos. Así que es lógico que la primera biografía de un director de cine que he leído en mi vida sea la suya.
Era un hombre bastante genial, raro, en el sentido de escaso. Hay la opinión unánime entre cuantos le trataron de que fue un personaje único.
Me he hecho la idea de que fue sobre todo un artista. Le encantaban los cuadros, la cocina, los libros (sobre todo de historia), conversar, conocer ciudades. Su sensibilidad no iba acompañada de caos y apatía sino que era enormemente trabajador y eficaz.
Su inteligencia le descubría el fondo de las personas y conductas, y creo que no tenía muy buena opinión sobre los hombres. Y esto es lo que mostraba en sus películas. Siempre se habla de su humor mordaz, cínico, de su gusto por las farsas y mascaradas que no ocultan una visión ácida de sus congéneres. Fustigó al capitalismo y al socialismo, al matrimonio y al mundo del espectáculo, a la hipocresía y al egoísmo. Como todo mujeriego, era un gran misógino.
Era muy divertido y no tenía pelos en la lengua para decir lo que pensaba a quien fuera necesario. Le tenían como una especie de oráculo que hablaba en aforismos, le salía así.
El libro lo ha escrito Kevin Lally (1996) y está publicado en España por Ediciones B.
Mañana seguiré comentando algo más.