August Brill tiene setenta años y se recupera de un accidente de coche. Su mujer murió hace poco. Se casó con ella, la engañó, se divorció y volvieron a unirse hasta el final. Tuvieron una hija que fue abandonada por su marido. Esta hija tuvo otra hija que abandonó a un novio que luego fue asesinado en Irak. Con este panorama, August no suele dormir mucho por las noches y se cuenta historias a sí mismo.La novela es de un pesimismo venenoso. Sólo existe la vida insignificante, la anestesiante rutina. Pero a pesar de los dolores, el tedio y las decepciones, nunca estaremos más cerca del paraíso de lo que estamos en este mundo.
¿Y qué solución se les ocurre a los personajes, a Auster? «Me parece que esta mañana deberíamos salir los tres. Huevos revueltos con panceta ahumada, tostadas en pan de barra, tortitas, todo lo que nos echen». Es la brillante propuesta de August a su hija y a su nieta al final de la novela, cuando les ha fallado el alcohol, los viajes, ver películas como posesos, el sexo, viajar o trabajar.Lo más cerca que un personaje logra estar de una mínima visión trascendente es cuando Sonia, la mujer de August, creyó en Dios; un Dios sin religión, naturalmente, y sólo por una temporada.
Esta es la historia central y el mensaje de la última novela de Auster. Hay más historias. La más larga, que se inventa August, es un relato kafkiano de mundos conectados. No existe un único mundo sino muchos y todos discurren en paralelo, mundos, antimundos y sombras de mundos, y cada uno de ellos los imagina, lo sueña lo escribe alguien en otro mundo. Demasiadas páginas para esta obtusa ramificación que es despachada de buenas a primeras.
Y recuerdos de August, y la historia de cada miembro de su familia, y análisis de películas de Renoir, Ozu o Say, y reflexiones sobre cine y literatura, la conversión, el divorcio, el racismo, la guerra, campos de concentración, el destino y la suerte.
Auster es un narrador extraordinario y saca de su chistera conejos y más conejos y uno se pregunta al final ¿cómo lo hace para engatusarme siempre? Es una pena su ceguera para explicar la vida.
Sus últimos libros no están siendo muy logrados. ¿Que si volveré a él la próxima vez que publique? Naturalmente.
Auster es un imprescindible, aunque de vez en cuando no hace los deberes. Lee Leviatán y El libro de las ilusiones.
Me lo acabo de terminar y me ha gustado mucho! buen descubriemnto Auster.
Aún así, pienso que aunque la novela es pesimista, el final deja una vision optimista, sobre todo en la actitud del abuelo
Saludos