Cuando acaba de ganar el Booker en Inglaterra con su última novela, se publica en España esta última colección de relatos, aparecidos también este mismo año en su país. Barnes pertenece a una talentosa generación de escritores británicos formada por Ishiguro, Amis, McEwan y otros.
Barnes (1946) puede que sea el más ingenioso e imaginativo de todos ellos, pero hasta ahora -exceptuando la excepcional El loro de Flaubert, que no es exactamente ficción- no ha escrito aún un gran libro redondo. Siempre es original y brillante, con un humor mordaz que invita a trivializar su cáustica visión del hombre y, en particular, de sus relaciones sentimentales. Su habitual tono descreído y juguetón, unido a su estilo depurado y elegante, es confundido por muchos con la inteligencia. Una escritora protagonista de uno de los relatos dice que “toda la vida es un fracaso, y el escritor puede convertir eso en arte”, y este parece ser el lema inspirador de Barnes.
Casi todas las parejas de Pulso fracasarán cuando llegan los problemas: sea en forma de secreto, de pérdida del enamoramiento o ante la dificultad de comunicación que impone la diferencia de los sexos. De los catorce relatos, muchos de ellos aparecidos antes en revistas, destacan los cuatro dedicados a Phil, Joanna y sus amigos. Cuatro conversaciones desordenadas e ingeniosas en torno a la mesa donde se pasa revista al ombliguismo inglés, a las sufridas relaciones matrimoniales y, por supuesto, al sexo, siempre desinhibidamente presente en los libros de Barnes. Sorprendentemente Pulso, el último de los relatos y el que da título al libro, y el mejor, ofrece una visión positiva del matrimonio y de la fidelidad y del dolor, vista por los ojos del hijo.
La misma escritora del relato mencionado antes dice que ante la desolación de la vida sólo cabe reírse o la religión. El escritor inglés ha optado por lo primero, y son estas evidentes limitaciones de fondo y su estrecha comprensión del hombre las que impiden que Barnes sea un escritor importante. Diez novelas y tres libros de relatos después, su perspicacia (aparente), la frescura, elegancia e intensidad de sus narraciones, su detallista mirada, su habilidad para los matices y su hábil humor sólo le convierten, desgraciadamente, en un buen técnico de la escritura.
El perfeccionista en la cocina me hizo sonreír … pero todavía no he encontrado a alguien que comparta mi entusiasmo.
El loro de Flaubert..es un touché a la crítica literaria absurda ( y no exagera nada)
Arthur & George me pareció un buen divertimiento literario, pero nunca fue redondo