Las críticas negativas (de mi confianza) me han defendido contra la propaganda avasalladora (y como casi siempre, exagerada) sobre La libertad. Pero el comentario de Molinos me ha animado con Las correcciones, la anterior.
El matrimonio Lambert está en las últimas. Alfred tiene un parkinson avanzado y Enid lo sobrelleva como puede. Gary, el exitoso hijo mayor tiene a su vez una familia compleja. Chip, el segundo, es brillante pero desastre y Denise, la pequeña, ya está divorciada y tiene dudas sobre su orientación sexual. Enid hace lo posible por reunir a todos en Navidad.
El libro, espigado aquí y allá, es brillante. Es estilo es atrevido y juguetón y Franzen está lleno de sorpresas. Hay páginas muy buenas y pasajes muy bien construidos.
En cambio, mirado en conjunto, resulta largo, algo verborreico y desequilibrado estructuralmente: en cualquier momento hace ya tantas páginas que no sabes nada de los demás personajes que te limitas a disfrutar del presente y te desentiendes un poco de la historia global. No sé si me explico.
Por otro lado, la visión de la vida y de la familia que se ofrece es básicamente atroz, y el humor no oculta esto en absoluto. Franzen es tan ácido, gracioso e inteligente como pesimista y demoledor.
Aquí está todo: la familia, el placer, el consumismo, el deseo de triunfar, el sexo, los negros, la tecnología, los gays, la educación, el dinero, la enfermedad, la represión, el trabajo; y está Ford, y Carver, y Wolfe (Tom), y Roth (Philip).
En general me ha gustado, con los pros y contras que he señalado, pero creo que voy a seguir sin animarme con La libertad.
Recomiendo Más afuera. Sobre todo a aquellos que nos gusta David Foster Wallace. Además aparecen un par de reseñas de libros que no conocía y tienen buena pinta