“Yo mismo reconozco que a lo largo del día suelen ser varias las cosas o los individuos o las instituciones que me irritan o vejan, y rara es la jornada en la que me acuesto sin haber experimentado la tentación de insultar, aunque sólo haya sido para mis adentros”.
Y una de las cosas que más irritan a Marías, a juzgar por el número de artículos que ha dedicado al tema (reunidos en este libro) es el mal empleo de castellano, de palabra y por escrito.
Insiste una y otra vez en que no es un purista, y le creo, porque el purista abomina de la libertad y él cree en la autonomía del pensamiento y en la de su expresión,…siempre que sean en auténtico castellano.
A mi me gustan mucho estos asuntos y las pataletas de Marías me caen bien de siempre, y más cuando tiene razones.
Errores, cosas mal dichas, disquisiciones ortográficas, imposiciones (Girona por Gerona), engendros de lo políticamente correcto (Todos y todas, personas de color, personas de peso diferente), extranjerismos, malas traducciones, zafiedades, todo tiene su momento en este libro. Por su procedencia y composición es necesariamente repetitivo, pero no molesta demasiado.
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