Me he hecho con la que podemos llamar obra «civil» de Pemán. Sobre todo persiguiendo sus artículos. En este conjunto de 9 libros que me envía Edibesa se incluye:
a) Su obra memorialística: Confesión general, Mis almuerzos con gente importante y Mis encuentros con Franco;
b) Selecciones de artículos por temas: El arte y las letras, Séneca (Artículos y Guiones de la serie de TV) y Andalucía.
c) Poesía selecta y Teatro selecto.
Creo que voy a prescindir de c) y empiezo por lo que he agrupado en a) en mi propia autoclasificación. Quiero lo primero situarme con el personaje y ver si tenía fundamento el prejuicio que me ha impedido leerlo hasta ahora, a pesar de múltiples insistencias (entre ellas una que estimo mucho, la de mi padre).
Confesión general fue escrita en 1953 y, por tanto, no dice nada de sus últimos treinta años. Sirve para hacerse una idea cabal de quien fue Pemán. Orador, poeta, prosista, articulista, comediógrafo, usó la palabra en todas sus formas escritas y dichas. El se quita importancia continuamente, pero es evidente su posición de privilegio en el fregado cultural desde finales de los treinta en España. Culto, amable, con gracia andaluza, leal a sus ideas y amigos, era llamado a todas partes (tribuna, mesa, teatro o academia). Nunca participó con cargos en la política activa, era declaradamente monárquico y no compartía el culto que muchos tributaban a Franco.
Hombre querido y popular, seguramente porque su persona lo valía y porque se expresaba con sentido común, valentía, sencillez, claridad y simpatía. Su catolicismo cabal y sus ideas políticas le han ganado el ninguneo oficial desde hace muchos años.
A mi me está cayendo francamente bien y es agradable leerle. Por lo que voy picoteando en los nueve libros me hago cargo de su enorme facilidad para escribir aunque sospecho que hay paja entre tanta abundancia y que lo mejor, o lo que a mi más me va a gustar, son sus artículos.
Les iré contando.
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