Leo hasta la mitad esta corrosiva historia de obsesión y captura amorosa. El alto funcionario Solal se encapricha de Ariane, mujer de Adrien, uno de sus empleados, y no para hasta que se convierten en amantes. Desde ahí empezará una larga y denigrante historia de autodestrucción enfermiza.
Hasta donde he leído línea a línea hay, todo hay que decirlo, escenas extraordinarias. En lo corrosivo, Cohen me ha recordado -entre otros- al mejor Tom Wolfe, pero con mucha más mala leche. El estilo es torrencial. Larguísimos monólogos, frescos diálogos llenos de coloquialismos, registros ampulosos cuando los personajes lo requieren. Es un libro riquísimo de tonos y detalles que verdaderamente llama la atención. Ese es a la vez su peligro, pues dudo que haya muchos lectores que perseveren hasta el final, sobre todo porque la historia que se nos cuenta es deprimente, por decirlo en una palabra. Es un libro sobre el egoísmo, el sexo, la posesión, las apariencias, la adulación y la vanidad. Asfixiante.
Solal es un D. Juan atrapado en una espiral enfermiza de conquista y posesión que ya ni siquiera le atrae en sí misma y de la casi ni disfruta. Sólo goza viendo cumplirse una y otra vez su estrategia de seducción. Adrien es un personaje de vergüenza ajena. Servil subalterno de monólogos patéticos, hombre perezoso y ridículo marido. Está tentado uno a alegrarse del hecho de que lo engañen y mangoneen.
El judío Cohen, él mismo funcionario de instituciones europeas, escribió antes Solal y Comeclavos y, después de Bella del Señor, Los esforzados.
Yo ya he tenido suficiente.
En el teatro, el malo no aparece nunca como un ser ridículo, mientras que el hombre bueno lo es a menudo, inspira muchas veces risa. Además, en la expresión «buen hombre» hay no poco desprecio. ¿Y no se llama en francés «bonne» a la criada?
Es verdad que Cohen tiene más mala leche. Es una obra bastante despiadada, pero un gran libro. Del amor a la autodestrucción… zas!
Saludos!
Otra reseña que he leído sobre esta obra tan conocida
La novela es el relato de un adulterio entre una mujer de fe protestante y un hombre de origen judío en los años 1935-1937, en un contexto antisemita que sirve para ofrecer algunas digresiones sobre el pueblo elegido, el nazismo y el cristianismo. La narración alterna las críticas sociales y las referencias costumbristas, y parece plantearse la posibilidad de un amor puro entre dos personas. Por desgracia, el desarrollo estilístico de tipo experimentalista lleva a que estos temas estén tratados de un modo cercano al de la literatura erótica. De modo que la novela, aunque formalmente parezca tener tenga pretensiones intelectuales y busque nuevas técnicas narrativas, acaba convirtiéndose en esencia es un sofisticado ejemplo de novelística sexual, que refleja todas las facetas del placer erótico, jugando con la satisfacción y la perversión del instinto y degradando los sentimientos hasta el extremo del refinamiento morboso.
A mi las explicitaciones sexuales (que las hay, aunque con muchas capas de literatura encima) no me han parecido lo más corrosivo de esta historia. Lo peor es el despiste cósmico de los personajes principales, con una brújula moral absolutamente en rompan filas (que diría un viejo y querido amigo nuestro).