Ibargüengoitia es un escritor mexicano fallecido en 1983 que dejó media docena de novelas, un libro de relatos y algunas piezas teatrales.
El título del libro de narraciones cortas, también el de la mejor de ellas, es una declaración de intenciones: en la vida las cosas no suelen salir como nos gustaría, y más vale ponerles buena cara, como hace el autor. Lo que más me ha gustado es el tono divertido, no chistoso ni ingenioso, más bien encajador, de todo tipo de situaciones que salen mal: artísticas, románticas, económicas o amistosas. Amables frustraciones (en el mundo abunda la mentira, la mezquindad y el egoísmo), cercanas al humor negro, que nos animan a padecer sonriendo.
Las fronteras de los géneros se las pasan los autores en patera todos los días, y más los buenos, así que no hay que preocuparse mucho, pero esto tiene más pinta de libro de memorias que de relatos de ficción.
Es un autor con bastante gracia y un estilo estupendo. Hacía tiempo que no leía cosas sudamericanas, y vuelvo a constatar que hay vida más allá (o al mismo tiempo) del boom. Me quedo con ganas de más.
Yo de Jorge Ibargüengoitia he leído su novela «Las muertas». De ella resaltaría, especialmente, el machismo, la violencia, bajos fondos y la muerte como asuntos mayores. Y junto a ellos, el tono irónico cuando no claramente humorístico, como medio de poner distancia entre el narrador y los temas atroces que se relatan.