Tramas policiales elaboradas, suspense inquietante y relaciones pasionales. Estos ingredientes de Woolrich (o de William Irish, como firmó muchos de sus libros) suenan a producto comercial. Pero tiene calidad. Estos ocho relatos están bien.
– El enemigo está cerca: en muchos casos los crímenes ocurren en el seno del matrimonio: él mata a ella o ella le mata a él.
– El modus operandi suele ser imaginativo: que muera de miedo aprovechando una circunstancia que le aterra, o por un escape de gas.
– Siempre hay sorpresa final, incluso con varias vueltas de tuerca.
Con frecuencia narra la víctima, interviene el azar y los personajes son de ordinario gente corriente, sólo a veces policías y criminales.
La tensión y el suspense están asegurados y el libro no tiene un minuto de aburrimiento.
Estos son los ocho relatos: La ventana indiscreta (con posterior película de Hitchcok), Proyecto de asesinato, El pendiente, A través del ojo de un muerto, Cocaína, Si el muerto pudiera hablar, Los ojos que vigilan y La libertad iluminando a la muerte.