Un amigo entusiasmado con Bukowski (aunque, sobre todo, con sus Poemas), me anima a acercarme de nuevo a sus primeros libros publicados en España. No aguanto más que los primeros compases de los Relatos de locura cotidiana, que acaba de reeditar reunidos Anagrama. Es salvaje, zafio, vulgar y desagradable. Sexo y más sexo, alcohol, juego, enfermedad y locura, referencias explícitas a las necesidades fisiológicas por todas partes, drogas, psiquiatras. Gente sin trabajo, sin familia y sin hogar.
Se suele alabar su estilo, su sinceridad y su humor. A mi me resulta imposible abstraerme de lo que está contando y no me importan mucho esos logros. Me cuesta mucho ver su nombre al lado del de Carver, algo que es ya casi un tópico. Su leyenda está levantada sobre el malditismo y la brutalidad, sobre su cacareada “autenticidad”. Esto estaría muy bien si la transgresión y la sordidez fueran valores en alguna parte.