Memorias de Stendhal

Después de Léautaud, no tenía más remedio que leer el Brulard. Lo he hecho no en la traducción de Bergés para Austral sino en una para Alfaguara de Juan Bravo. Lo que dice L es totalmente cierto y se aprecia incluso vertido al castellano: es fresco y lleno de realidad y autenticidad, a lo que contribuye sin duda que está sin terminar y sin revisar. Lástima que sólo llegue hasta su juventud. El contenido en si no es especialmente interesante: la muerte de su madre, el odio hacia su padre y hacia el jesuita que le educó, su temprana aversión hacia el cristianismo, su elitismo aristocrático. Es un tipo al que no le gusta casi nadie. Es un niño talentoso con pronta afición por las letras y la música.

Adora a Shakespeare, Cervantes, Ariosto, Rousseau, La Fontaine y las Memorias de Saint-Simon. No así a Racine ni a Voltaire.

Más adelante seguiré con los Recuerdos de egotismo, su Diario y sus libros de viajes.

No pretendo escribir una historia sino simplemente anotar recuerdos a fin de adivinar qué clase de hombre he sido.

No me atribuyó más méritos que pintar fielmente la naturaleza que con tanta claridad se me presenta en ciertos momentos. También estar seguro de mi perfecta buena fe, de mi adoración por lo auténtico. En tercer lugar, el placer que siento de escribir.

Es curioso observar la cantidad de cosas que recuerdo desde que escribo estas confesiones.

Cuaderno de travesía de Argullol

De los 360 párrafos de los que consta esta recopilación de pensamientos sueltos, apenas he marcado una docena. Triste cosecha. El prólogo era prometedor: Escritura en la frontera, escritura sobre la marcha;  provisionalidad, espontaneidad, pequeñas cristalizaciones de una literatura nómada; escritura menos reposada que la poética, menos argumental que la narrativa, menos analítica que la filosófica, escritura transversal; experiencia más experimentación; tono plural de los contenidos, unas veces metafísicos y otras éticos. Luego, he conectado poco con su pensamiento, a veces oscuro (para mi), con frecuencia negativo.

Argullol es catedrático de Estética en Barcelona. Lei una novela suya hace años (La razón del mal) bastante original y que me gustó. Tiene una página web bastante buena.

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Manuscrito encontrado en Zaragoza. Jean Potocki

potockiComo me temía, De Cuenca exageraba, y mucho.

Alfonso van Worden, oficial de la guardia Valona, viaja a Madrid para ponerse al servicio del Rey de España. En una de las etapas de su periplo debe atravesar Sierra Morena. Allí le espera un misterio laberíntico que deberá desentrañar y que le embarcará en una aventura sin precedentes en la que encontrará alquimistas, astrólogos y cabalistas, poseídos, demonios, bandidos, gitanos y anacoretas. Lo que en un principio no iba a ser más que otro tramo del camino se torna viaje iniciático, repleto de sorpresas. A caballo entre la novela gótica y el saber enciclopédico, Potocki construye una historia mágica.

Cajas chinas. A Alfonso le están narrando la historia de A en la que aparece B, se intercala la historia de B… en la que aparece C; pasamos a C, se termina luego con B y después con A. Esto en el mejor de los casos pues se puede complicar más la cosa. Hay historias centrales que recorren todo el libro y otras mucho más cortas.

A mi se me ha hecho muy pesado y sólo he tenido paciencia para leerlo íntegro hasta la mitad.

(No he leído esa edición de Pre-Textos sino la de Acantilado).

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