Hemingway aconseja a escritores

• Escribe frases breves. Comienza siempre con una oración corta. Utiliza un inglés vigoroso. Sé positivo, no negativo.
• La jerga que adoptes debe ser reciente, de lo contrario no sirve.
• Evita el uso de adjetivos, especialmente los extravagantes como «espléndido, grande, magnífico, suntuoso».
• Nadie que tenga un cierto ingenio, que sienta y escriba con sinceridad acerca de las cosas que desea decir, puede escribir mal si se atiene a estas reglas.
• Para escribir me retrotraigo a la antigua desolación del cuarto de hotel en el que empecé a escribir. Dile a todo el mundo que vives en un hotel y hospédate en otro. Cuando te localicen, múdate al campo. Cuando te localicen en el campo, múdate a otra parte. Trabaja todo el día hasta que estés tan agotado que todo el ejercicio que puedas enfrentar sea leer los diarios. Entonces come, juega tenis, nada, o realiza alguna labor que te atonte sólo para mantener tu intestino en movimiento, y al día siguiente vuelve a escribir.
• Los escritores deberían trabajar solos. Deberían verse sólo una vez terminadas sus obras, y aun entonces, no con demasiada frecuencia. Si no, se vuelven como los escritores de Nueva York. Como lombrices de tierra dentro de una botella, tratando de nutrirse a partir del contacto entre ellos y de la botella. A veces la botella tiene forma artística, a veces económica, a veces económico-religiosa. Pero una vez que están en la botella, se quedan allí. Se sienten solos afuera de la botella. No quieren sentirse solos. Les da miedo estar solos en sus creencias…
• A veces, cuando me resulta difícil escribir, leo mis propios libros para levantarme el ánimo, y después recuerdo que siempre me resultó difícil y a veces casi imposible escribirlos.
• Un escritor, si sirve para algo, no describe. Inventa o construye a partir del conocimiento personal o impersonal.

[Fuente: Ciudad Seva]

García Márquez


Ayer cumplió 80 años Gabriel García Márquez, para mi el mejor escritor vivo en castellano. Un estilo maravilloso, lleno de vigor y de hallazgos, y unas buenas historias, de las que te retuercen las tripas. Siempre me dicen que es pesimista y, en algunos libros, descarnado. Creo que es cierto, pero yo siempre respondo que no hay que leerlo como La Biblia, en busca de orientación para nuestras vidas.

Cien años de soledad es sin duda su mejor libro, un capolavoro. Aún así, prefiero recomendar antes, en general, Crónica de una muerte anunciada y Doce cuentos peregrinos. También tengo reservas para animar indiscriminadamente a la lectura de dos de sus más potentes libros, El otoño del patriarca y El amor en los tiempos de cólera.

Ya los comentaremos con más detalle.

La carretera


He leído con interés
La carretera. Se supone que ha habido un ataque nuclear en Estados Unidos y los escasos supervivientes vegetan por aquí y por allá organizados a veces en inquietantes bandas. Un padre y un hijo viajan hacia el sur preocupados por encontrar comida, combatir el frío y no dejarse matar por los zombis depredadores que pueden encontrarse.

La novela tiene pocos elementos. Ni siquiera llega a saberse cómo se ha llegado a esa situacióny nada del pasado de los protagonistas. El padre sólo quiere defender a su hijo, preocupado porque no tiene un futuro que ofrecerle.

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