Cautivado por Lewis

Mantengo una rara y paradójica relación con C. S. Lewis desde hace años. LLevo toda la vida diciendo que no termina de gustarme mucho y, a la vez, no dejo de leer sus libros. Ya he leído bastantes y sólo no me han gustado sus libros de ficción (nada el primero de La trilogía de Ramsom y poco los dos primeros de las Crónicas de Narnia). Respeto mucho sin embargo sus ensayos.

Ahora le ha tocado a Cautivado por la alegría, donde cuenta sus años de formación, centrándose en todo lo que le llevó a recuperar su enfriada fe cristiana. Me ha resultado interesante y, sobre todo, es un gustazo leerle. Se expresa con elegancia, es claro, amable, inteligente, ve mucho de lo que pasa a su alrededor, parece totalmente honesto, da confianza, es divertido. Amaba los libros por encima de todo y guardaba como un tesoro sus amistades.

Su amistad con Tolkien y su admiración por Chesterton son sólo dos detalles más que me lo hacen muy simpático.

Borges, una felicidad

Cada línea de Borges, una felicidad. Creo que lo dijo él mismo de algún otro. Da igual sobre lo que escriba, aunque sea algo que me interesa tan poco como la vida de Evaristo Carriego o la poesía gauchesca. El lenguaje es plastilina en sus manos, su inteligencia encuentra siempre los matices adecuados para describir una situación o transmitir una impresión. Un maestro. En cada línea me sorprende: nunca se me hubiera ocurrido decirlo así y, ahora visto, no se podría decir mejor, luego…evidentemente, yo no soy Borges.